sábado, abril 27, 2024
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mujer y diplomacia


A lo largo de la historia la diplomacia ha estado dirigida por los varones, los embajadores, representantes y enviados extraordinarios y plenipotenciarios han sido generalmente en la historia del sexo masculino.
La presencia de las mujeres en puestos de liderazgo sigue mostrando una brecha importante respecto a los hombres y el ámbito de la diplomacia no es una excepción. Aunque la presencia de ellas con rango de Embajadora ha crecido en los últimos años, solo en 9 países ocupan más del 20% de los rangos de Embajadoras.
Y como es sabido que, tanto en el campo militar, como en el religioso y el diplomático, el lugar de la mujer ha estado impedido, limitado o postergado.
La incorporación de las mujeres en las embajadas se había limitado a actividades propias del sexo, de acuerdo al modo de saber de aquellos tiempos. De manera que si una mujer se incorporaba en una embajada sus labores diplomáticas, se circunscribía a las de taquigrafía, mecanografía, recepcionista, archivistas y en los mejores casos, a las de traductora.
En Estados Unidos en 1971 se levantó la prohibición de que las mujeres casadas pudieran ejercer como diplomáticas. Brasil fue de los primeros países en admitirlas, lo hiso en 1918, pero después lo prohibió entre 1938 y 1954.
Según estudios realizados por Ann Towns y Brigitta Niklasson de la Universidad de Gotemburgo, el 85% de los embajadores en el mundo son hombres. Los países nórdicos son los que nombran más mujeres., las naciones de Sudamérica designan un 18%. Sobresale Colombia, con el 28%.

En República Dominicana con la nueva gestión del señor presidente Luis Abinader, nuestro canciller Roberto Álvarez está dando pasos muy importantes tomando en cuenta el escalafón, perfil diplomático y la alternancia. Y Se están designando más mujeres como jefe de misión que antes. Lo que significa que se están imponiendo por su labor y capacidad en el trabajo diplomático.
Tenemos como embajadoras extraordinarias y plenipotenciarias que nos representan en el exterior. Patricia Villegas de Jorge en Brasil, Michelle Cohen en Canadá, Mayerlyn Cordero Díaz en Costa Rica, Milady Cuello de Cabral en Ecuador, Sonia Guzmán en Estados Unidos, Rosa Hernández de Grullón en Francia, Evelyn Álvarez en Guatemala, Sandra Maribel Mancebo Sánchez en Honduras, Maribel Isabel Castillo Báez en México, Prisca Violeta Mazara en Panamá, Raquel Jacobo en Antigua y Barbudas, Angie Martínez en Jamaica, Laura Faxas en Suecia, Victoria Reyna Kruse en Austria. También embajadoras como Adonaida Medina, Fiordaliza Pichardo, Maribel Cáceres, Rafaela Alburque, Maria Gabriela Bonetti y otras nos han representado en el exterior.
Pero nuestra historia registra un nombre que es el de Minerva Bernardino dominicana nacida en el Seíbo en el 1907, fue una diplomática dominicana, promotora de los derechos de las mujeres en el ámbito internacional. Fue una de las cuatro mujeres que firmaron la carta original de la fundación de las Naciones Unidas en el 1945.
Participó también en la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se aseguró en el texto la igualdad entre hombre y mujeres. Y fue vicepresidenta del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas y la primera vicepresidenta de Unicef.
También tiene el mérito del cambio de «hombres a» «seres humanos» en el texto de la declaración junto a la feminista Hansa Mehta, de la India, Eleanor Roosevelt de Estados Unidos, Shakira Ikramullah de Pakistán y Minerva Benardino de República Dominicana

Cuenta la historia, que una vez, la persona que presidia una sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas se dirigió a las mujeres delegadas como “Estimadas Señoras” en lugar de “Delegadas”. Antes de que pudiera terminar lo que estaba diciendo, la Señora Bernardino había pedido la palabra para una moción de procedimiento, y expresó Cito. “Usted nos puede llamar señoras cuando nos ofrezca una taza de café o té, o nos invite al almuerzo, pero aquí en este salón, no somos señoras, somos delegadas, y deberíamos ser tratadas de acuerdo a ello”.
Para terminar por hoy, es oportuno decir que el sexo no determina la calidad del trabajo, sino la preparación y la entrega.
El autor es periodista y diplomático

Por JEOVANNY TERRERO

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