sábado, abril 20, 2024
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Desafíos peligrosos

Por Onofre Salvador Fulcar

Morir es hecho ineludible, episodio final que llega a todo lo que tiene características de vida sobre esta tierra, sea por accidente, vejez o enfermedad. Es un ciclo que se cumple y del que se debe tener plena conciencia, sin que esto implique la aceleración imprudente en cuanto a ciertas actitudes humanas.

Tenemos muchos meses luchando con las inclemencias de una peligrosa pandemia sin origen Claro, que ha colocado a todos los continentes a la defensiva, obligando a la adopción de medidas un tanto rápidas, iniciadas con la fabricación de vacunas en tiempo récord. Esto, en cierta forma, para intentar detener su propagación y mitigar sus estragos de alguna forma.

Desde que se conoció de los primeros casos, de esta terrible situación sanitaria, el concurso de naciones se puso en alerta, a sabiendas que resultaría imposible evitar su entrada, dada las condiciones de interdependencia en el mundo actual. Lo ocurrido desde entonces, ha variado el estilo de vida de toda la humanidad, por necesidad, deber y obligación.

Hoy, sin embargo, se puede percibir y hasta ver, una población que ha perdido ese miedo de los primeros meses. Pienso que eso es positivo, si analizamos esa especie de terror colectivo que existía, lo que debió matar a unos cuantos sin que fuera causante el virus como tal. Hasta ahí todo luce bueno, pero las partes negativas se manifiestan en la falta de protección de toda índole que se observa, sin que haya pasado el peligro.

No sabemos aun del alcance o beneficio final de las distintas vacunas, fabricadas por los grandes laboratorios plantados en las principales potencias; el tiempo se encargará de esos detalles, sin obviar que al parecer, unida a la diversidad de medidas o protocolos de salud, han surtido efectos que merecen ser reconocidos en términos positivos.

Empezando por mi querido territorio, República Dominicana, se puede advertir al saber de las estadísticas oficiales, que las vacunas han ayudado bastante, al empezar a tiempo la inoculación, gracias a la compra y alguna donación oportuna, del llamado gigante asiático, es decir la china que preside Xi Jinping.

Volviendo a la carencia de temor a la muerte, por las prácticas cotidianas que vemos en nuestra tierra, es propicio para felicitar la valentía, pero también para rechazar las actuaciones irresponsables, las que apuntan a propagar sin remedio, un virus que busca condiciones amigables para hacer de las suyas. Fiestas, reuniones, movilización en trasporte público, entre otras actividades, donde se ve a muchos ciudadanos sin mascarillas, en conversaciones separadas por apenas centímetros.

Otro aspecto a considerar, tiene que ver con el inicio del año escolar. Las medidas deben ser extremas en la protección de los chicos, toda vez que se está notando el incremento en el nivel de contagio, según datos oficiales, siendo los centros escolares, lugares adecuados para la penetración y propagación de la enfermedad que nos azota.

Cuidemos nuestra salud, la de nuestros parientes, amigos y la población en sentido general. El peligro sigue latente, el Covi-19 y sus variantes acechan para atacar a los incautos, a aquellos que se sienten ser protagonistas de una película donde ni siquiera alcanzamos el papel de actores de reparto.

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