Excelentísimo Señor Dennis Francis, Presidente
del Septuagésimo octavo periodo ordinario de
sesiones de la Asamblea General,
Excelentísimo Señor Antonio Gutérres,
Secretario General de la Naciones Unidas
Señoras y Señores,
Avanzada la segunda década del siglo XXI, la
humanidad afronta retos heredados y nuevos
obstáculos que requieren acción. Debemos ver
estas calamidades como oportunidades que nos
conminan a trabajar juntos para superarlas.
República Dominicana tiene el firme compromiso
de que podamos construir un modelo de
desarrollo humano, inclusivo, justo y
sostenible. Sin embargo, es legítimo
preguntarnos ¿estamos realmente encaminados a
lograrlo?
Las diversas crisis generadas por el cambio
climático han tenido impactos devastadores
para nuestro planeta y para nuestras
sociedades como las sequías, la subida del
nivel del mar, la pérdida de biodiversidad,
los fenómenos meteorológicos extremos, entre
otros. Estos impactos han generado un pasivo
ambiental que amenaza fuertemente todo el
progreso que hemos alcanzado en las últimas
décadas.
Como economía en desarrollo, y con una huella
de carbono negativa, estamos haciendo nuestra
contribución a la mitigación del cambio
climático incentivando el uso de energias
renovables; pero sabemos que este es solo un
paso en el largo camino de la sostenibildad,
porque todavía tenemos una gran dependencia de
combustibles fósiles. El petróleo sigue siendo
importante para nosotros. Aprovecho este espacio para llamar la atención sobre la práctica del control de la oferta de los
paises exportadores, para mantener elevados
los precios del crudo, en perjuicio de los
países importadores. En esta Asamblea
representativa de unos y otros deberíamos
discutir y aprobar un mecanismo financiero que
garantice la estabilidad de los precios del
crudo a países importadores de renta media y
baja, como el nuestro.
Se han dado pasos importantes para enfrentar
la emergencia climática, como la reciente
adopción de la convención para la conservación
y el uso sostenible de la diversidad biológica
marina en zonas fuera de la jurisdicción
nacional (BBNJ), convención que firmaré en la
tarde de hoy.
Pero faltan muchos pasos aún más contundentes,
entre otros: la adopción del Índice de
Vulnerabilidad Multidimensional (IVM) de
aplicación para todos los países en
desarrollo, o la implementación del Fondo de
Pérdidas y Daños para proporcionar asistencia
financiera a las naciones más vulnerables a
los efectos del cambio climáticos. También
quiero resaltar la Cumbre Internacional a
celebrarse en Antigua y Barbuda, en mayo del
2024, sobre los Pequeños Estados Insulares en
Desarrollo (SIDS), en la cual nuestro país
estará presente como miembro del comité
preparatorio.
Asimismo, es urgente la creación de un
mecanismo de financiamiento en condiciones
favorables para que los países de renta media
puedan enfrentar los retos que plantea el
cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS 2015-2030). La falta de acceso
a recursos adecuados fue justamente una de las
razones por las que la mayoría de los países
no lograron cumplir con los Objetivos de
Desarrollo del Milenio (ODM 2000-2015).
Como ha declarado el Secretario General, el
sistema financiero internacional “está roto”.
República Dominicana cree firmemente en una
reforma profunda a la arquitectura financiera
internacional, que beneficie a todos los
países de manera equitativa.
Otro de los efectos nocivos del cambio
climático, afecta particularmente a nuestra
región del Caribe: me refiero a la
proliferación masiva del sargazo. Esta alga,
que devora las costas caribeñas, incluyendo
las de Estados Unidos y México, tiene
gravísimos impactos económicos, sociales y
medioambientales, especialmente para el
turismo que representa hasta un 75% de la
economía de algunos de los países del Caribe.
República Dominicana ha creado una Mesa
Multisectorial para lidiar con este problema y
aspiramos a que los países desarrollados
contribuyan con la solución.
Señor presidente,
Uno de los pilares de nuestro compromiso por
alcanzar un contrato social más justo y un
Estado más efectivo ha sido, y siempre será,
la lucha contra la corrupción. La ciudadanía
dominicana la ha asumido como respuesta a uno
de sus principales reclamos. Los distintos
indicadores internacionales sobre la
percepción de la corrupción confirman los
avances que mi gobierno ha logrado en este
sentido.
En otro orden, quiero aprovechar para reiterar
ante esta Asamblea la candidatura de República
Dominicana al Consejo de Derechos Humanos de
la ONU, para el período 2024-2026, en las
elecciones que se celebrarán el próximo mes.
Esta candidatura representa nuestro firme compromiso con la defensa de los derechos
humanos.
Distinguidos colegas,
Al observar la isla de La Española desde el espacio – ¡háganlo desde su celular a través de Google Earth! – se percibe una diferencia palpable y desgarradora: una mitad verde y floreciente corresponde a la República
Dominicana, que ha priorizado la conservación y gestión sostenible de sus recursos naturales. La otra mitad, desprovista de esa rica cubierta forestal, refleja el dramático paisaje deforestado de Haití. Esta frontera natural no es solo una lección geográfica, sino un potente recordatorio de lo que le espera al mundo si continuamos ignorando las alarmas de la naturaleza.
Señoras y señores,
Haití hoy no solo sufre una tragedia
medioambiental, sino también una inestabilidad
politica y social que puede convertirse en una
amenaza para toda la region. No me es grato
recordar el llamado que hice hace dos años
atrás a esta Asamblea General, cuando dije:
“Desde que este gobierno asumió el poder,
hemos venido anunciando la posibilidad de que
la situación haitiana pueda desbordar las
fronteras de ese país, incidiendo como un
factor de inseguridad en la región. De ahí la
necesidad de que esta comunidad de naciones
asuma de una vez y por todas, el tema haitiano
como uno de altísima prioridad y de permanente
seguimiento.”
Hoy dos anos después se verifica la dura
realidad de esa advertencia. Un pequeño grupo
de particulares haitianos ha retomado la
construcción de un canal de trasvase ilegal en
territorio haitiano para extraer agua del río
Dajabón en violación de los tratados
fronterizos dominico-haitianos.
La comunidad internacional debe conocer que el río Dajabón nace en Loma de Cabrera, y la mayor parte de sus 55 Km recorren nuestro territorio hasta desembocar en la Bahía de Manzanillo, en Montecristi. Solo 2 Km entran en territorio haitiano. En ese pequeño tramo del lado de Haití es donde están haciendo el canal.
La información que disponemos indica
que es una maniobra de control del agua por
parte de una reducida elite economico-política
para lucrarse con su venta a pequeños
productores de la zona.
La idea de ese proyecto nunca fue comunicada
oficialmente al gobierno dominicano, ni se
suministró documentación sobre su envergadura,
su impacto ambiental y la identidad de sus
beneficiarios finales. A pesar de la exigua
información disponible, los análisis que hemos
realizado demuestran que la obra pone en
riesgo el acceso al agua de centenares de
familias agricultoras dominicanas y haitianas
aguas abajo de donde se construye el canal.
Además, el proyecto pone en peligro de
inundación tanto al parque industrial CODEVI,
300 metros aguas abajo del canal, y a sus 19
mil trabajadores haitianos, como también a una
parte de los habitantes de las ciudades
fronterizas de Dajabón y Juana Méndez, y como
si fuera poco tendría efectos ecológicos
nocivos, afectando la Laguna de Saladillo, uno
de los principales humedales de República
Dominicana.
Desde abril de 2021 nuestro gobierno ha
solicitado a las autoridades haitianas
reiteradas veces, detener la construcción
unilateral e ilegal de dicha obra. El propio
gobierno haitiano ha señalado que no se trata
de una obra gubernamental, pero no la ha
detenido producto de la debilidad
institucional y la crisis de orden público y
seguridad en ese país. La situación ya ha
derivado en una delicada animosidad a ambos
lados de la frontera.
Ante este acto ilícito internacional, cometido
por particulares en una parte del río que se
encuentra en territorio haitiano, el gobierno
dominicano se ha visto obligado a tomar
medidas contundentes, como el cierre de la
frontera con Haití, para garantizar la
seguridad y el interés nacional, así como para
proteger nuestros ríos, medio ambiente y
producción agrícola.
No tenemos, ni deseamos ni buscamos una
confrontación con el pueblo haitiano, pero sí
estamos enfrentando a los actores
incontrolables que mantienen la inseguridad en
Haití por sus intereses particulares, y que
ahora conspiran también contra la estabilidad
de su gobierno y la seguridad de los recursos
hídricos.
Señor presidente,
Sin lugar a duda, el problema de Haití ya no
está en Haití, está en manos de la comunidad
internacional. Por esta razón respaldamos
firmemente la postura responsable del
presidente de los Estados Unidos, Joe Biden,
expresada ayer desde esta misma tribuna y que
nosotros vamos a reperit ahora: el Consejo de
Seguridad tiene que autorizar de forma urgente
la misión de seguridad respaldada por la ONU.
Ya el Consejo de Seguridad ha aprobado tres
importantes resoluciones, creando un régimen
de sanciones, un esfuerzo para detener el
flujo ilícito de armas y un llamado a la
creación de una fuerza multinacional para
asistir a la policía nacional haitiana como
han solicitado el gobierno de ese país y el
Secretario General de esta organización.
Aplaudimos el importante gesto solidario de
Kenia de liderar la fuerza multinacional y el
de Jamaica y Bahamas de aportar efectivos.
Aprovecho la ocasión para agradecer de forma
particular al presidente de Kenia, Willian
Ruto, por su solidaria y humanitaria
disposición a liderar a través de esta misión
la busqueda de la paz y la estabilidad del
pueblo haitiano. Además, deseamos que todos
aquellos países que están considerando jugar un rol en este encomiable esfuerzo, a actuar
con determinación.
Lo que ocurre en Haití es una ruptura del
orden público por parte de elementos
criminales sin ninguna reivindicación política
o ideológica, por lo que acoger la solicitud
de ayuda de las autoridades haitianas enviando
una fuerza multinacional, es cónsono con el
espíritu y la letra de la Carta de las
Naciones Unidas y del mandato de esta
Organización acorde con el derecho
internacional para garantizar la paz.
Estamos todos conscientes que el proceso de
pacificación en Haití debe asumirse junto a un
pacto social y político. En ese sentido,
encomiamos la noble gestión que viene
desarrollando el grupo de personas eminentes
de CARICOM para lograr un acuerdo político que
permita la mayor legitimad posible para la
aceptación de una fuerza multinacional y la
celebración de elecciones justas, libres y
transparentes. En ese particular quiero
reconocer al primer ministro Andrew Holness de
Jamaica por todos sus esfuerzos.
Al tiempo de agradecerle al Secretario General
por su trabajo en atender esta crisis, le
hacemos un llamado a redoblar sus esfuerzos
por lograr el despliegue inmediato de la
fuerza multinacional en Haití. Hacemos también
un llamado al Consejo de Seguridad a aprobar
dicha resolución, ¡Ahora! Porque el tiempo se
agotó.
Señor presidente,
República dominicana durante siglos de
convivencia, muchas veces díficil, junto al
pueblo haitiano, ha dado muestras evidentes de
incansable solidaridad. Haití necesita mucho.
Y quiero reiterar nuestra solidaridad con el
pueblo haitiano, pero sin olvidar que nuestra
principal responsabilidad es defender los
intereses del pueblo dominicano. Así lo hemos
hecho siempre, así lo hacemos, y tengan por
seguro que así lo seguiremos haciendo, porque
no hay ni habrá nunca una solución dominicana
al problema haitiano.
Señoras y señores,
No esperemos a que la próxima advertencia sea
crónica de una tragedia anunciada. Que este
momento, en el Septuagésimo octavo periodo
ordinario de sesiones de la Asamblea General,
marque un renacimiento en nuestra
determinación colectiva para forjar un futuro
más seguro, inclusivo y sostenible para Haití
y para todos.
Hago un llamado final:
Este escenario global nos desafía a actuar no
solo como naciones individuales, sino como una
colectividad unida, con una visión compartida y un propósito común. La historia nos juzgará
no solo por las palabras que pronunciamos en
estos sagrados salones, sino más crucialmente,
por nuestras acciones en el terreno de la
realidad. No le fallemos al futuro.
Muchas gracias.
20 de septiembre de 2023