Por Miguel Cohn.
La diáspora dominicana es, sin duda, uno de los activos más valiosos y, al mismo tiempo, más subestimados en el desarrollo nacional. Su influencia no solo se refleja en lo económico, sino también en lo cultural y social, fortaleciendo nuestra identidad y proyección global. Sin embargo, en este artículo nos centraremos en su impacto económico, analizando cómo las remesas, las inversiones extranjeras directas, las exportaciones de productos nostálgicos, el turismo y sectores emergentes como el turismo de salud, juntos generan el aporte más significativo al Producto Interno Bruto (PIB).
Las estimaciones actuales sugieren que su incidencia real podría acercarse al 20% e incluso superar el 25% del PIB, convirtiendo a la diáspora en un pilar estratégico para el crecimiento del país. Este análisis tiene como objetivo visibilizar el alcance de este impacto, justificar estas proyecciones y subrayar la necesidad urgente de implementar políticas públicas que capitalicen este potencial de manera sostenible.
Remesas: el primer pilar
Desde hace más de dos décadas, las remesas se han consolidado como un pilar fundamental en la economía dominicana, representando un porcentaje significativo del Producto Interno Bruto (PIB). En 2023, estas alcanzaron un récord histórico de 10,556 millones de dólares, según datos del Banco Central de la República Dominicana, aportando el 8.5% del PIB. Este flujo de capital, constante y predecible, ha sido clave para garantizar la estabilidad macroeconómica, incluyendo la estabilidad relativa del tipo de cambio. Las remesas han permitido amortiguar los efectos de crisis económicas internacionales, reafirmando su papel como una de las principales fuentes de ingreso externo del país.
Desde el año 2000, las remesas han evolucionado hasta convertirse en una inyección esencial de recursos que no solo sostiene el consumo interno, sino que también impulsa la inversión en sectores clave como bienes raíces, pequeños negocios y emprendimientos familiares. En 2023, más del 60%de estos recursos se destinó a necesidades básicas como alimentación, vivienda, educación y salud, mientras que un 15%se dirigió a inversiones productivas. Este flujo constante fortalece el vínculo económico y emocional entre la diáspora y la República Dominicana, consolidándose como un motor esencial para el desarrollo social y económico del país.
La diáspora dominicana, además de su impacto directo a través de las remesas, representa un recurso financiero mucho más amplio que aún no se ha capitalizado plenamente. Según un estudio de la OIM (2018), el potencial de ahorro anual de los dominicanos en el exterior se estima en aproximadamente 2,800 millones de dólares, mostrando una capacidad económica significativa. Además, este grupo tiene un acceso creciente a servicios financieros internacionales, pero su uso para inversiones estratégicas en el país es limitado.
Inversión extranjera directa y bienes raíces
La diáspora desempeña un papel crucial en el sector inmobiliario, el cual representa aproximadamente el 15% del PIB, según datos del Banco Central de la República Dominicana. De este porcentaje, estimaciones del propio Banco Central indican que los dominicanos en el exterior aportan cerca de 1,500 millones de dólares anuales en proyectos inmobiliarios, ya sea para uso personal, familiar o para desarrollar negocios turísticos y comerciales. Este flujo constante de inversión equivale a un 1.5% adicional del PIB y dinamiza sectores clave como la construcción, el comercio y los servicios.
Un ejemplo destacado de esta contribución son las ferias inmobiliarias organizadas por instituciones financieras en Estados Unidos, dirigidas específicamente a la diáspora dominicana. Durante 2023 y 2024, el Banco de Reservas y el Banco BHD llevaron a cabo ferias en ciudades como Nueva York, Boston, Miami y Lawrence, generando ventas superiores a los 400 millones de dólares.
Exportaciones dominicanas y productos nostálgicos
El mercado de productos nostálgicos, que abarca alimentos tradicionales, bebidas, artesanías y productos agrícolas, representa una fuente significativa de ingresos para la economía dominicana. Según datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONE), en 2023 las exportaciones de bienes alcanzaron un total de 9,836 millones de dólares. Dentro de este total, los productos nostálgicos representan una porción considerable, estimada en aproximadamente 1,200 millones de dólares anuales, lo que equivale al 1.3% del PIB.
La exportación de productos nostálgicos no solo satisface la demanda emocional y cultural de los dominicanos en el exterior, sino que ha impulsado a importantes empresas dominicanas a enfocar sus estrategias comerciales en fortalecer su presencia internacional, especialmente en Estados Unidos, el principal mercado de nuestra diáspora. Grupos empresariales como Baldom, Bocel, CamiloLabs, Induban, Mercasid y Rica, han utilizado la conexión emocional de los dominicanos como puerta de entrada al exigente mercado estadounidense, estableciendo canales de distribución que incluyen supermercados, bodegas y plataformas en línea. Estas empresas han consolidado su consumo entre la diáspora, creando un vínculo que va más allá del producto, reforzando la identidad dominicana en el extranjero.
Estas y otras marcas han logrado expandir su alcance hacia audiencias más amplias, utilizando la diáspora como una plataforma de entrada al multicultural mercado estadounidense. Este enfoque estratégico de potencializar las exportaciones, permitiría capitalizar la creciente demanda de productos étnicos y auténticos, que representa un segmento de mercado valorado en más de 20,000 millones de dólares anuales.
En 2023, la República Dominicana recibió 8,058,671 visitantes no residentes por vía aérea, de los cuales el 17% (1,370,000)eran dominicanos no residentes. Además, considerando que el 53.7% de los turistas provenían de Estados Unidos, se estima que al menos un 25% de este grupo (aproximadamente 1,081,000 visitantes) eran dominicanos de la diáspora con pasaportes extranjeros. Esto eleva a 2,451,000 el número total de turistas de origen dominicano, equivalente al 30.4% del total de turistas no residentes.
El turismo aportó un 19% al PIB nacional, según el Ministerio de Turismo, dividido en un 6.9% de contribución directa(hoteles, bares y restaurantes) y un 12.1% de contribución indirecta e inducida (transporte, construcción y otros servicios). Al estimar que los visitantes de origen dominicano representaron el 30.4% del total, se infiere que su impacto al PIB turístico ascendió a aproximadamente un 5.8% del PIB nacional (1.6% directo y 4.2% indirecto), destacando su papel estratégico no solo como consumidores, sino también como promotores del desarrollo del sector.
Además de los flujos económicos directos, la diáspora dominicana juega un papel esencial en la promoción de la marca país a nivel global, actuando como embajadora natural de nuestra cultura. A través de su apoyo a las artes, la música, el deporte y otras expresiones creativas, refuerzan la imagen de la República Dominicana como una nación vibrante, rica en tradiciones y capaz de conquistar audiencias internacionales. Desde el merengue y la bachata, declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, hasta el auge de artistas dominicanos en plataformas globales, gran parte de este reconocimiento internacional tiene su raíz en el consumo y la promoción activa de la diáspora.
La economía naranja, que incluye las industrias culturales y creativas, ha demostrado ser una fuerza transformadora en la República Dominicana, representando un aporte estimado del 1.5% del (PIB), según datos expuestos recientemente en el Foro Caribe Naranja. Este sector no solo genera impacto económico directo, sino que también es responsable de cerca del 12.5% del empleo total en el país, evidenciando su capacidad para dinamizar la economía y fomentar la inclusión social.
Si bien la falta de una cultura de medición limita la cuantificación exacta de su impacto en la diáspora, sería justo atribuir una proporción significativa de este valor al consumo y promoción de productos culturales por parte de los dominicanos en el exterior.
Es innegable que la diáspora no solo conserva, sino que potencia la identidad cultural dominicana, llevándola a nuevos horizontes. Desde el apoyo a conciertos multitudinarios de artistas dominicanos en ciudades como Nueva York o Miami hasta la organización de festivales y actividades comunitarias en toda Europa, los dominicanos en el exterior son responsables de que nuestras tradiciones sigan vivas y encuentren eco en otras culturas.
Sin este vínculo emocional y comercial con la diáspora, sería difícil explicar cómo la República Dominicana ha logrado consolidarse como un referente cultural a nivel mundial. Este impacto, aunque difícil de cuantificar en su totalidad, es una fuente inagotable de orgullo y de oportunidades para el país.
Una proyección realista superior al +20% del PIB
Cuando se ponderan los aportes de las remesas oficiales cuantificadas (8.5% del PIB), la inversión extranjera directa en bienes raíces (1.5%), las exportaciones de productos nostálgicos (1.3%), el turismo (5.8%) y otros factores indirectos como alianzas estratégicas y el fortalecimiento de la marca país (1%), el impacto combinado actual de la diáspora ya alcanza un 18.1% del PIB.
Con una adecuada implementación de políticas públicas, como la creación de canales expeditos para la promoción de inversiones, el fomento de las exportaciones, y un mayor aprovechamiento de los sectores estratégicos, el impacto combinado de la diáspora podría crecer del actual estimado de 18.1% del PIB hasta cifras superiores al 20% del PIB en el mediano plazo. Este incremento sería posible mediante la activación de nuevos mecanismos de participación y la integración efectiva de la diáspora en la planificación económica del país.
Esto evidencia que la diáspora no solo es un apoyo financiero, sino un motor estratégico para consolidar el crecimiento y la sostenibilidad económica de la República Dominicana.
Ante estas cifras y el inmenso potencial de la diáspora dominicana, resulta evidente que la República Dominicana debe priorizar la implementación de políticas públicas que no solo reconozcan su impacto actual, sino que maximicen su contribución al desarrollo nacional. Para ello, es esencial adoptar un enfoque estratégico y estructurado. Es imperativo, entre otras acciones:
1. Diseñar programas de inversión y fondos especializados,que incentiven su participación en sectores clave como bienes raíces, energías renovables, turismo y emprendimientos tecnológicos. Estos programas deben incluir incentivos, mecanismos de financiamiento accesibles y la creación de fondos estratégicos para proyectos de infraestructura, agricultura, educación y salud, en alianza con instituciones financieras internacionales. Esto garantizaría retornos sostenibles y maximizaría el impacto de las inversiones desde el exterior.
2. Fortalecer las exportaciones de productos nostálgicos, promoviendo cadenas de valor más eficientes que permitan a las marcas dominicanas competir en mercados internacionales. Esto incluye apoyo a la certificación de calidad, reducción de costos logísticos y promoción en plataformas globales.
3. Institucionalizar la representación de la diáspora en la planificación del desarrollo nacional, incluyendo su participación en las conversaciones de la reforma a la Estrategia Nacional de Desarrollo .
Para articular una Agenda Integral de Cooperación, Vinculación y Desarrollo la Diáspora que facilite su plena integración al desarrollo nacional, es fundamental la creación del Gabinete de la Diáspora Dominicana, concebido como una herramienta clave de gobernanza y un vehículo estratégico para la coordinación de políticas públicas y la ejecución de estrategias específicas. Este gabinete tendría como misión diseñar y supervisar iniciativas que conecten a la diáspora con sectores prioritarios, insertándola efectivamente en la planificación gurbernamental y la vida productiva nacional.
Este enfoque, basado en la colaboración estructurada y la participación activa, garantizará que la diáspora no solo sea reconocida como un pilar esencial, sino que también sea integrada en el diseño del futuro económico y social de la nación.
Con valentía, responsabilidad y un sentido elevado de nacionalismo, la República Dominicana puede fortalecer el rol de su diáspora como uno de los motores más importantes de su desarrollo. Debemos construir puentes sólidos que trasciendan fronteras, consolidando esta conexión como una fuente cada vez más robusta de prosperidad compartida. El momento de actuar es ahora, para potenciar a la diáspora y convertirla en un pilar aún más fundamental del presente y el futuro de nuestra nación.
Miguel Cohn es economista, diplomático de carrera por concurso, profesor universitario de Política Exterior Dominicana, asesor empresarial, experto en políticas públicas, en desarrollo institucional y es especialista en diáspora. Miembro CODESSD. cohn.miguel@gmail.com