Por Mayrelin García
Las ciudades no son solo un conjunto de calles, edificios y monumentos. Son el reflejo de la identidad de un pueblo, el escenario donde la vida en sociedad toma forma y se proyecta hacia el futuro. Construir ciudad significa mucho más que edificar infraestructuras; implica crear espacios de libertad, de seguridad, de encuentro y de expresión. Es en estos espacios donde se comparte la cultura, la lengua y los valores que nos unen como comunidad.
Santo Domingo es una ciudad en constante evolución, y la gestión de su desarrollo viene siendo guiada por la innovación y la planificación estratégica. En este sentido, la alcaldesa del Distrito Nacional, Carolina Mejía, ha demostrado un firme compromiso con la transformación urbana, apostando por una visión de ciudad más ordenada, inclusiva y vibrante. Su administración ha trabajado incansablemente en el fortalecimiento de los espacios públicos, promoviendo proyectos que no solo embellecen la ciudad, sino que fomentan la convivencia y el sentido de pertenencia de los capitaleños.
Las ciudades necesitan espacios donde sus ciudadanos puedan reunirse, interactuar y sentirse parte de una comunidad. Parques, plazas y paseos peatonales son fundamentales para fomentar la integración y mejorar la calidad de vida. Cuando estos espacios son bien gestionados, se convierten en puntos de referencia para la gente, lugares donde se ejercen derechos, se celebran tradiciones y se refuerzan los lazos sociales y familiares.
El Malecón de Santo Domingo es un ejemplo de cómo la recuperación y modernización del espacio público puede transformar la vida de los ciudadanos. Lo que antes era una zona descuidada y poco aprovechada, hoy se ha convertido en un lugar de esparcimiento y convivencia para familias, deportistas y turistas. Este tipo de iniciativas reflejan una visión de ciudad que pone a las personas en el centro de las ejecuciones y políticas locales, donde la infraestructura no solo cumple una función estética, sino que genera experiencias, identidad y sentido de comunidad.
Uno de los proyectos más recientes que refuerzan la importancia del espacio público como lugar de expresión cultural y unión entre naciones es la instalación de un Buddy Bear en el Malecón. Esta iniciativa, impulsada por la Embajada de la República Federal de Alemania en colaboración con la Alcaldía del Distrito Nacional, representa mucho más que una simple escultura.
El Buddy Bear, una colorida figura de oso a tamaño real, simboliza la amistad, la diversidad y el respeto mutuo entre los pueblos. Forma parte de una iniciativa global que ha llevado estas esculturas a más de 30 países, promoviendo valores universales como la paz y la tolerancia. La elección del Malecón como su lugar de exhibición refuerza la idea de que el arte y la cultura deben estar al alcance de todos, en espacios abiertos donde cada ciudadano pueda apreciarlos y hacerlos parte de su día a día.
Este esfuerzo conjunto entre la alcaldía y la embajada alemana no solo embellece la ciudad, sino que envía un poderoso mensaje sobre la importancia de la cooperación internacional y el diálogo intercultural, acciones impulsadas por la alcaldesa en múltiples oportunidades, recordándonos que la construcción de ciudad no es solo una tarea de urbanismo y planificación, sino también de integración, de apertura al mundo y de enriquecimiento a través del intercambio de ideas.
El reto de las ciudades modernas es innovar constantemente para responder a las necesidades de su gente, de quienes la habitan y realizan allí su cotidianidad. Esto implica desarrollar espacios que no solo sean funcionales, sino que también promuevan el bienestar y el desarrollo social. La tecnología, la sostenibilidad y la creatividad deben ser pilares fundamentales en la gestión urbana, permitiendo soluciones que mejoren la movilidad, la seguridad y la calidad del entorno.
Santo Domingo tiene tanto potencial y va dando pasos para convertirse en un modelo de ciudad moderna, inclusiva y resiliente. Proyectos como la recuperación del Malecón, la habilitación de aproximadamente 200 parques, los proyectos ambientales, la instalación del Buddy Bear, entre otros espacios de recreación, son pasos en la dirección correcta, demostrando que una buena gestión, como la del ADN, puede hacer de la ciudad un lugar más humano, más seguro y más inspirador.
Construir ciudad es un acto de visión y compromiso. Es apostar por espacios donde la ciudadanía se sienta representada y tenga la oportunidad de expresarse. Es entender que el desarrollo urbano no solo se mide en infraestructuras, sino en la capacidad de crear una comunidad unida, participativa y orgullosa de su identidad, este orgullo no solo se queda en los capitaleños, estoy segura que todos los dominicanos de diferentes territorios se sienten orgullosos de su capital.
En este camino, la gestión de Carolina Mejía está pautando la diferencia, demostrando que una ciudad bien administrada es aquella que sabe combinar el progreso con el sentido de comunidad, y que entiende que la mejor inversión siempre será en la gente. Lo he dicho antes, quien transforma una ciudad, transforma un país.