domingo, junio 8, 2025
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Equilibrio en los cielos: un llamado a la diversidad aeroportuaria

La infraestructura aeroportuaria de un país no puede estar diseñada para favorecer la exclusividad, sino para ampliar el acceso, la competitividad y el desarrollo. En el caso de la República Dominicana —nación turística por excelencia—, la existencia de dos aeropuertos cercanos en un polo turístico común no debe verse como un problema, sino como una oportunidad estratégica para fortalecer la conectividad, diversificar los destinos, mejorar los servicios y generar un desarrollo más justo.
Tener dos aeropuertos en una misma zona turística, con operadores distintos, no es una amenaza; es una garantía de competencia sana. Esta configuración estimula la innovación, mejora los servicios al pasajero, permite tarifas más competitivas y atrae más aerolíneas, beneficiando al turismo, a la inversión y a las comunidades locales. Además, genera miles de empleos directos e indirectos, en las propias terminales y sectores asociados como el transporte, la hotelería, el comercio y los servicios, impactando de manera positiva las economías regionales y la calidad de vida de las familias.
Por el contrario, concentrar el control de aeropuertos próximos en una sola empresa constituye un monopolio de facto que empobrece la oferta, desalienta nuevas inversiones, impone barreras de entrada a otros operadores y subordina las decisiones estratégicas al interés exclusivo del concesionario dominante.
La coexistencia de terminales aéreas cercanas es una práctica común en mercados aéreos desarrollados y altamente competitivos. En los Estados Unidos, aeropuertos como JFK y LaGuardia en Nueva York, o Fort Lauderdale y Miami en Florida, operan a pocos kilómetros de distancia y de forma complementaria, impulsando el turismo, el comercio y el empleo. En Europa, Londres cuenta con múltiples aeropuertos internacionales como Heathrow, Gatwick y Stansted, que funcionan bajo distintos operadores y atienden diferentes nichos del mercado. En Asia, ciudades como Tokio (Narita y Haneda) y Shanghái (Pudong y Hongqiao) han convertido la proximidad de sus terminales en una ventaja competitiva para atraer más conexiones y visitantes. Estos ejemplos demuestran que la cercanía geográfica no solo es viable, sino beneficiosa cuando se gestiona con visión estratégica.
En este contexto, defender la existencia y operación de dos aeropuertos cercanos en zonas clave como el Este del país es defender el interés colectivo, el derecho de las regiones a crecer y el principio constitucional de equidad territorial. No se trata de crear conflictos, sino de evitar que se impongan restricciones que favorezcan la concentración del poder económico.
Las autoridades dominicanas tienen hoy una responsabilidad legal y económica: impedir que el sistema aeroportuario caiga en manos de un monopolio.
Decir sí a dos aeropuertos cercanos es decir sí a la competencia, a más y mejores empleos, y a un país más competitivo y libre.

Raúl Raful
Ex Cónsul General de la República Dominicana en Alemania. Experto en comunicación estratégica y servidor público con más de 15 años de trayectoria en gestión pública, diplomacia y políticas de desarrollo

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