Por Iluminada Muñoz
En los últimos meses, el panorama político nacional ha empezado a mostrar claros indicios de una temprana efervescencia electoral. Varios funcionarios públicos, aún en funciones dentro del tren gubernamental, han comenzado a mostrar sus intenciones de aspirar a la presidencia.
Esta dinámica que se promueve especialmente en el seno del Partido Oficialista, desde donde se ha evidenciado una estrategia basada en el impacto y la cercanía social, es una actividad que se mantiene muy a pesar de los llamados realizados por el presidente de esa organización política a parar con dicha práctica.
Desde recorridos por barrios vulnerables hasta la participación en eventos comunitarios y de la cúpula partidaria, la narrativa predominante es clara: conectar con la gente, posicionarse como figuras sensibles a las necesidades del pueblo y, sobre todo, dejar sembrada la idea de una posible continuidad o renovación del liderazgo actual del presidente Luis Abinader.
Hasta ahora, el PRM cuenta con una lista diversa de nueve aspirantes presidenciales que representan diferentes sectores y liderazgo dentro de la organización. Este grupo incluye a figuras prominentes como Raquel Peña(vicepresidenta de la República), David Collado, Carolina Mejía, Eduardo Sanz Lovatón, Wellington Arnaud, Guido Gómez Mazara, Tony Peña Guaba, Víctor D’Aza y Roberto Fulcar. Cada uno de ellos aporta una trayectoria única y un conjunto de fortalezas que pueden ser decisivas para el futuro del PRM
Es claro que quienes tienen el fervor de continuar un activismo político y generar adeptos son los que hoy están en el gobierno, sin embargo, partidos de oposición han demostrado intenciones de mantenerse vigentes en la sociedad realizando activismo a los fines de ser valorados como potenciales candidatos.
La competencia interna, si bien puede ser vista como una oportunidad para revitalizar las bases y poner a prueba la capacidad de liderazgo de cada aspirante, también presenta riesgos de dividir al partido. Las dinámicas de competencia podrían generar tensiones y rivalidades que, si no se manejan adecuadamente, pueden fracturar la unidad que el PRM ha conseguido establecer en años recientes. Un partido dividido es vulnerable no solo en la contienda interna, sino también ante la oposición política en las elecciones generales.
Los presidenciables deben definir sus estrategias para ganar el apoyo de las bases del PRM y, al mismo tiempo, atraer a nuevos votantes. Esto implica abordar temas críticos como la economía, la seguridad, y el desarrollo social, así como gestionar la percepción pública de cada figura. Cada candidato tiene la responsabilidad de articular una visión que no solo resuene con los simpatizantes del PRM, sino que también genere un impacto positivo en el electorado en general para consolidar la fuerza del partido.
Es más que evidente lo extemporánea de esta campaña electoral que muchos han tomado la firme decisión de correr, pero donde el tiempo desgastará a más de uno.
¿Quiénes más se sumarán a la carrera por la candidatura presencial de sus partidos?
¿Cuántos declinaran de camino al 2028?