De la violencia a la empatía: el poder transformador de la educación socioafectiva.
A propósito de los horrendos casos de violencia que han estremecido a la sociedad dominicana en estas últimas semanas, quiero insistir sobre el tema que he venido planteando en los trabajos que este prestigioso medio me ha permitido publicar, la necesidad de adoptar el modelo de la educación socioafectiva como método pedagógico enfocado en desarrollar las capacidades de relacionarse así como la inteligencia emocional de los niños, preparándolos para que se conviertan en seres humanos con herramientas necesarias para lidiar con los conflictos que se les presenten en su interacción social.
Aunque la educación es un sector que enfrenta desafíos constantes, es innegable que se han logrado avances significativos en el sistema educativo del país. La implementación de estructuras para prevenir el abandono escolar temprano, la mejora de los contenidos curriculares, y la incorporación del método STEM como modelo de aprendizaje, son algunos ejemplos de estos avances. Sin embargo, es fundamental que las opciones pedagógicas no se centren exclusivamente en desarrollar capacidades en ciencias, matemáticas y tecnología, con el fin de preparar a los estudiantes para el mercado laboral. La educación debe ser más integral. Por eso, celebramos la inclusión de la moral y cívica en el currículo escolar de este año, una materia que se impartía en las escuelas hace años y que es crucial para la formación de ciudadanos responsables. No obstante, consideramos que también es esencial incorporar la educación socioafectiva en el sistema educativo, para que los estudiantes desarrollen habilidades emocionales y sociales que les permitan desenvolverse de manera efectiva en su vida personal y profesional.
Reitero que las escuelas deben incorporar la educación emocional (socioafectiva) en su currículocomo eje transversal del sistema. Es el principal lugar de socialización de los niños, allí comienzan a interactuar con los demás entes sociales fuera del entorno familiar. La escuela es, por excelencia, el ámbito idóneo para preparar a los niños en la gestión de sus emociones, enseñarles a practicar la solidaridad, a participar con los demás de manera horizontal y en equipo, motivarlos a cultivar la amistad y mejorar la convivencia. En fin, crearles las capacidades y destrezas para afrontar el mundo de hoy, contribuyendo con una cultura de paz que reduciría sin lugar a duda los índices de violencia.
A pesar de que, como sostiene Yuval Noah Harari en su libro ¨Sapiens¨, la humanidad está experimentando la etapa más pacífica de la era moderna, a pesar de las guerras y la violencia que aún persisten, es paradójico que los seres humanos estemos cada vez más desorientados y aislados. Nos circundan enemigos más peligrosos, la adicción a sustancias como las drogas, el juego y el alcohol, así como la creciente dependencia de las redes sociales, crea un entorno propenso a la agresividad y la falta de convivencia. En este contexto, es fundamental insistir en la importancia de una educación integral que no se limite solo al desarrollo de las capacidades cognitivas, sino que también se enfoque en fortalecer las habilidades emocionales y sociales de los individuos. Solo a través de una educación holística podremos abordar los desafíos que enfrentamos como sociedad y fomentar una convivencia más armoniosa y respetuosa.
La cultura de la violencia solo se puede frenar promoviendo los valores y principios que permitan crear un ser humano más fuerte, tolerante, empático y sociable, para que ayuden en la construcción de una sociedad más humana y justa.
Hace tiempo leí una cita de Juan Alberto Eymann, en su obra ¨Delincuencia precoz y educación¨, que me parece relevante compartir: ¨La educación forja, conforma, plasma, adecenta. La instrucción trasvasa nociones, transmite conocimientos, infusiona ideas, pero no percute sobre el alma, ni trabaja sobre el corazón¨.
Educar no es solo enseñar a pensar, también es enseñar a sentir.
Los desafíos están a la vista, la responsabilidad es de todos. Educación, educación, educación, educación y más educación socioafectiva.
Jorge Amado Méndez
Abogado