El 13 de septiembre de 1985 Nintendo lanzó Super Mario Bros., un título que cambiaría para siempre la historia de los videojuegos. El pequeño fontanero italiano, creado por Shigeru Miyamoto, pasó de ser un personaje secundario en Donkey Kong a convertirse en el rostro más reconocido de la industria.
Con más de 200 juegos, adaptaciones al cine, parques temáticos, juguetes, cómics y hasta arte contemporáneo, Mario se transformó en un fenómeno cultural que trasciende generaciones. Su sencillez, su capacidad de reinventarse —ya sea como doctor, atleta o incluso abeja— y su universo de colores vibrantes hicieron que millones de jugadores en todo el mundo lo adoptaran como un “héroe cotidiano”.
El impacto no se limita a la pantalla. La música de Koji Kondo y la voz de Charles Martinet marcaron la memoria colectiva, mientras que sus eslóganes caricaturescos se volvieron parte del lenguaje popular. Incluso su fracaso en la primera película de 1993 no impidió que décadas más tarde volviera a la gran pantalla con enorme éxito.
Hoy, a cuatro décadas de su nacimiento, Mario sigue siendo mucho más que un videojuego: es un símbolo intergeneracional y un referente cultural que demuestra cómo la creatividad puede convertir a un personaje pixelado en un mito global.
