viernes, noviembre 22, 2024
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La Divina Comedia y el Conde de Montecristo desde la semiótica del lenguaje

Estudio comparado de la Divina Comedia y el Conde de Montecristo desde la semiótica del lenguaje

Comparative study of the divine comedy and the count of Monte Cristo from the semiotics of language

Dr. Pedro Barrios. M.: M.:

EPÍGRAFE:

“Reflexionando, pensé que me había lanzado a una grave empresa para mí, por lo que no me atreví a empezar. Y así estuve algunos días, con ansia de hablar y con temor de quebrar mi silencio.” Dante Alighieri, “La vida nueva” (pág. 24)

EPIGRAPH:

«On reflection, I thought that I had embarked on a serious undertaking for myself, so I did not dare to start. And so I was for a few days, eager to speak and afraid of breaking my silence. » Dante Alighieri, «The New Life».» (page 24)

 RESUMEN

Estas dos obras analizan, desde perspectivas aparentemente distintas, el andar del ser humano por la vida, sus continuos conflictos y pasiones, lo que lo limita y esclaviza, el peor enemigo es su inconsciencia. No logrará la libertad, a menos que sea capaz de liberarse de las cadenas del ego, dominando los vicios y limitantes que constantemente crea en su andar, debe enfrentarse a la soberbia y a las falsas necesidades que conducen a los vicios, traicionando nuestro espíritu, traición personificada en Satanás, masticando constantemente las cabezas a los tres grandes traidores de la historia (soberbia, codicia y lujuria). Estos traidores también son representados en “el conde de Montecristo” como: Danglars, Mondego y Villefort. Un ser protector acompaña, orienta y guía a cada ser humano para que, encuentre el tesoro oculto de su propia esencia y la consecuente transformación plena y profunda del ser.

Descriptores: vicios, muerte, justicia, renacimiento, sabiduría, identidad.

SUMMARY

These two works analyze, from apparently different perspectives, the human being’s walk through life, his continuous conflicts and passions, what limits and enslaves him; the worst enemy is his unconsciousness. He will not achieve freedom, unless he is able to free himself from the chains of the ego, dominating the vices and limitations that he constantly creates in his walk, he must face pride and false needs that lead to vices, betraying our spirit, betrayal personified in Satan, constantly chewing the heads of the three great traitors of history (pride, greed and lust). These traitors are also represented in «the count of Monte Cristo» as: Danglars, Mondego and Villefort. A protective being accompanies, guides and guides each human being so that they find the hidden treasure of their own essence and the consequent full and deep transformation of being.

Descriptors: vices, death, justice, rebirth, wisdom, identity.

INTRODUCCIÓN

En cada obra literaria el autor deja su impronta, su cosmogonía y cosmovisión, refleja de manera simbólica su propia subjetividad que lo define como ser humano, su nivel de consciencia y su posición ante la vida. Por ello, para entender en una mayor profundidad el meta-mensaje o lenguaje no implícito de cualquier obra literaria, es importante introducirse en los rasgos sociales, históricos y personales del autor, el contexto cultural, así como el contenido filológico implícito en el lenguaje utilizado en la obra, y para comparar las posibles motivaciones de cada uno de ellos, que las acerca o aleja, partiendo del análisis de los contenidos y poniendo énfasis en el aspecto filológico que se desarrolla en cada una de las obras a ser analizadas y comparadas, en opinión de Capote González, A. (1998), “la categoría Subjetividad permite elevar el análisis psicológico  a  un  nivel  de  generalidad  congruente  con  el  realizado  por  el  Materialismo  Histórico  y  tiende  a  cubrir  el  espacio  pocas  veces  definido  entre  la Psicología y la Sociología, en los estudios sociales transdisciplinarios” por ello, se pretende hacer un estudio comparado de dos grandes clásicos de la literatura universal, como lo son: “El conde de Montecristo”, obra inmortal del escritor francés nacido en la actual Haití Alexandre Dumas (padre) y “La Divina Comedia”, obra inmortal del escritor fiorentino Dante Alighieri, con extraños y profundos paralelismos filosóficos, lingüísticos y políticos, que se procuran develar a través de un análisis de contenido amplio, en el que se desarrollen elementos que a simple vista parecerían imposibles de creer.

De la metodología a ser empleada en la presente investigación

En la elaboración y desarrollo del presente trabajo se empleó el método comparativo, como forma de acercamiento al análisis comparativo de textos literarios de épocas históricas muy diferentes y escritos originalmente en dos lenguas distintas (toscano antiguo y francés); es una investigación cualitativa, documental y descriptiva que se apoya en un enfoque hermenéutico y filológico. Los textos contrastados fueron La Divina comedia de Dante Alighieri y el Conde de Montecristo de Alexandre Dumas, dadas sus interconexiones y nexos de intertextualidad y contenidos simbólicos y filológicos; los instrumentos de estudio fueron dos matrices de análisis que se proponen como refuerzo didáctico y lingüístico a la propuesta metodológica presentada por el citado autor; las técnicas centrales de análisis fueron el análisis comparativo-filológico y la exégesis. Esta investigación proporciona una herramienta didáctica para el análisis de textos literarios y estudios etimológicos de palabras en el contexto de los meta-mensajes o lenguaje no escrito que se desprende del análisis comparado de las obras bajo análisis, necesario para la comprensión integral y holística de ambas obras clásicas de las literaturas italiana antigua (edad media) y francesa respectivamente, permitiéndoles comprender la importancia de escudriñar en los aspectos no escritos de las obras para poder obtener un mayor beneficio y comprensión de dichos textos en dos trabajos literarios que marcaron un hito en la literatura universal.

Al desarrollar los postulados del método comparativo, Rodríguez, A. y otro (2012), distingue una serie de criterios bien definidos que necesitan ser conocidos por todo lector o investigador que pretenda abordar un estudio comparativo. En ese orden de ideas, Schmeling (1984), citado por Rodríguez, A. y otro (2012), plantea los siguientes criterios dentro del enfoque literario para asumir las posturas de investigación en cuanto al análisis comparativo de textos literarios:

1. Criterio espacial: es mayoritariamente supranacional, entendiéndose por tal un modelo que comunica a las literaturas nacionales entre sí, con sus rasgos específicos y diferenciales pero que también rescata sus afinidades y elementos comunes.

2. Criterio temporal: atiende el diálogo entre estructuras recurrentes o fundamentales que se dan en distintas literaturas a lo largo del tiempo, por un lado, y, por otro el cambio, la evolución, la historicidad necesaria y deseable de la literatura y la sociedad.

3. Criterio disciplinario: la literatura comparada es el arte metódico, por la búsqueda de lazos de analogía, de parentesco y de influencia, de aproximar la literatura a otros dominios de la expresión o del conocimiento, o bien los hechos y los textos literarios entre sí, distantes o no en el tiempo o en el espacio, a condición que ellos pertenezcan a diversas lenguas y diversas culturas y formen parte de una misma tradición, a fin de describirlas mejor, comprenderlas y apreciarlas.

De la semiótica del lenguaje

Guzmán Martínez, G. (2020) define la semiótica como la disciplina científica que se encarga de estudiar los signos y las formas en que se construye y se transmite el sentido durante la comunicación. Forma parte de las teorías de lenguaje, donde el signo se define como la unidad mínima de una oración; un elemento (objeto, fenómeno, señal) que se utiliza para representar o sustituir a otro que no está presente; con lo cual, el signo es un elemento cargado de significados.

Para estudiar esto, la semiótica se divide en tres ramas principales: la semántica, la pragmática y la sintáctica. Entre sus antecedentes se encuentra la teoría de los signos de Saussure, que también es conocida como semiología.

Es así como Saussure, citado por Bigot, M. (2010), expresa: “La idea de considerar a la lengua como un sistema de signos lleva a Saussure a concebir «una ciencia que estudiaría la vida de los signos en el seno de la vida social. Tal ciencia sería parte de la psicología social, y, por consiguiente, de la psicología general. «Nosotros la llamaremos semiología (del griego  σημειον  (semeion) «signo»)…”

En el modelo presentado por Morris (1946) citado por Solórzano, A. (2013): “intentó formular, sintetizar y sistematizar, desde una postura práctica, la forma en la que se desarrollaba lo que él llamó la ciencia de los signos. En su modelo de análisis semiótico queda enunciada la semántica como la disciplina que se ocupa del sentido, la sintáctica como el conjunto de reglas que organizan las relaciones entre los signos, y la pragmática como las relaciones entre los enunciados y los intérpretes de los signos en un contexto particular. Sobre esta base, determina la existencia de un conjunto de reglas que cobijan a todo signo y que permiten entender cómo se lleva a cabo la operación productora y generadora de signos. 

Explica Medina Liberty, A. (2000) que: “un signo o símbolo es cualquier cosa o entidad que representa a otra cosa diferente de sí misma. “La analogía básica entre signo y herramienta, señala Vygotsky, descansa en la función mediadora que caracteriza a ambas””.

De esta definición se evidencia que desde el contenido antropológico el ser humano tiene contacto con su mundo circundante a través de los símbolos el cual interpreta de manera personal y única, por lo que el ser humano, a través del razonamiento se genera una perspectiva personal de esos símbolos que conforman su realidad, por lo que no existe una verdad o realidad única, sino tantas verdades simbólicas como personas. No obstante, las sociedades se orientan a percepciones colectivas que van dando lugar a una identidad colectiva conocida como idiosincrasia, en la cual la percepción social de los signos y símbolos juega un rol muy importante.

En las obras literarias, los signos llevan aparejados interpretaciones gramaticales y contenidos semióticos implícitos no escritos.   

Hablemos de los autores

¿Quién fue Dante Alighieri?

Dante Alighieri, bautizado Durante di Alighiero degli Alighieri (Florencia, hacia el año 1265 – Rávena, 14 de septiembre de 1321), fue un poeta italiano, conocido por escribir la Divina comedia, una de las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval al renacentista y una de las cumbres de la literatura universal. En opinión de Tello Bordón, A. (2016) Dante era un erudito, con una gran espiritualidad, impulsivo al demostrar sus pensamientos.

Con relación a su nacimiento, no se conoce la fecha exacta del nacimiento de Dante, aunque generalmente se cree que fue alrededor del año 1265 de nuestra era. Esto puede deducirse de las alusiones autobiográficas reflejadas en la Vita nuova (la vida nueva (1999)). Durante su vida, Dante participó activamente en las luchas políticas de su tiempo, por lo que fue desterrado de su ciudad natal, y fue un activo defensor de la unidad italiana.

Escribió varios tratados en latín sobre literatura, política y filosofía. A su pluma se debe el tratado en latín De Monarchia, de 1311, que constituye una exposición detallada de sus ideas políticas, entre las cuales se encuentran la necesidad de la existencia de un Sacro Imperio Romano y la separación de la Iglesia y el Estado. En 1289 participó en la batalla de Campaldino durante la guerra entre Florencia y Arezzo, y contribuyó así a la victoria de los florentinos.

En opinión de González, I. (2003): “es tan abundante la bibliografía sobre Dante y Cavalcanti que, a veces, ésta, en vez de ayudar, complica más la situación. Lo que en un principio pudiera ser, desde luego, una satisfacción para los estudiosos del tema, se convierte, en ocasiones, en una tarea inabarcable.” En este sentido, Dante, quien fue apodado «el Poeta Supremo» (en italiano «il Sommo Poeta»), también se le considera el «padre del idioma italiano» (llamado volgare en aquella época).

Su primera biografía fue escrita por Giovanni Boccaccio (1313-1375), en el Trattatello in laude di Dante. Pudo haber sido bautizado con el nombre de «Durante» en el Baptisterio de Florencia, y «Dante» pudo ser la versión hipocorística de tal nombre. Su familia era de Florencia y su verdadero nombre era Alaghieri, favorable al partido güelfo. Su padre, Alighiero de Bellincione, era un güelfo blanco, pero no sufrió la venganza de los gibelinos, después de su victoria en la batalla de Montaperti. Esta salvación le dio un cierto prestigio a la familia. La madre de Dante era Bella degli Abati y falleció cuando el autor tenía entre cinco y seis años de edad. Poco después, su padre se volvió a casar, esta vez con Lapa di Chiarissimo Cialuffise. Existe controversia en cuanto a esa boda, proponiendo que los dos se hayan unido sin contraer matrimonio, debido a las dificultades levantadas en la época a la boda de viudos. La pareja tuvo dos hijos: Francesco y Tana (Gaetana).

Mientras estudiaba en su ciudad natal en 1278, fue discípulo de Brunetto Latini, quien hace aparición en Infierno (canto XV), y fue amigo del poeta Cavalcanti. Cuando Dante tenía doce años se comprometió con Gemma, hija de Messer Manetto Donati, con la que se casó en 1291, posiblemente en la Iglesia de Santa Margarita. Los matrimonios negociados a edades tan precoces eran entonces frecuentes y para celebrar estos se realizaba una ceremonia importante, que exigía actos oficiales firmados delante de notario. Dante tuvo varios hijos con Gemma: Jacopo, Pietro y Antonia, y quizá un cuarto (Juan). Antonia se hizo monja con el nombre de Hermana Beatriz.

¿Quién fue Alexandre Dumas?

Dumas Davy de la Pailleterie, conocido en la historia como Alexandre Dumas y en nuestra lengua como Alejandro Dumas padre; tal como lo desarrolla Goñi, R (2002) Dumas nació en la población francesa de Villers-Cotterêts el día 24 de Julio de 1802 y partió al Oriente eterno en la ciudad de Le-Puys-en Velay el día el 5 de diciembre de 1870, fue hijo del general del ejército francés Thomas-Alexandre Dumas, quien nació  en la actual Haití, a pesar de su gran labor militar que dejó a su familia prácticamente en la ruina al morir en 1806, por lo que Alexandre Dumas tuvo que abandonar pronto sus estudios. Llegó a París en 1823, tras una primera experiencia como pasante de abogado, lleno de ambiciones literarias. Gracias a su puesto de escribiente para el duque de Orleans, completó su formación de manera autodidacta.

Desde 1825 editó poemas y relatos largos, y representó vodeviles en teatros de variedades, pero el verdadero inicio de su carrera como dramaturgo se produjo en 1829, con Enrique III y su corte, primera manifestación de la nueva generación literaria romántica, anticipándose un año al Hernani, de Víctor Hugo. Anthony, en 1831, marcó los principios de una etapa de creación infatigable de dramas, tragedias y melodramas, casi todos de exaltación de la historia nacional de Francia.

Gran admirador de Walter Scott, a partir de 1832 escribió también novelas históricas, aprovechando el auge del género propiciado por su publicación por entregas en los periódicos. A pesar del poco éxito de sus primeras novelas, la aparición de Los tres mosqueteros, en 1844, significó su salto a la fama. Las sumas ingentes de dinero que se le ofrecían, dada la creciente demanda de sus novelas por parte del público, motivaron una verdadera explosión en la producción de Dumas, trabajando incontables horas al día, y con la ayuda de varios colaboradores (entre los que destacó el historiador Auguste Maquet, con quien trabajó de 1839 a 1851), llegó a producir ochenta novelas, de desigual calidad.

La mayoría de sus obras pertenecen al género histórico o al de aventuras con un profundo contenido simbólico y místico, en el que destaca sin duda El conde de Montecristo. Pardo, E. (2002) al compararlo con Víctor Hugo, señala: “«Entre los escritores dramáticos modernos que ilustran a Francia, Dumas es, si no el primero, el más conocedor del teatro y de sus efectos, incluso el mismo Víctor Hugo.

Víctor Hugo, más osado, más colosal que Dumas, impone a sus dramas el sello del genio innovador y de una imaginación ardiente, a veces extraviada por la grandiosidad de su concepción”

La escasa profundidad psicológica de los personajes esconde un profundo simbolismo detrás de una espesa inventiva caracterizada por un excelente dominio de los diálogos, siempre ágiles y vivaces. Sin duda, éste fue el motivo de que sus obras fueran frecuentemente trasladadas al teatro. Con este fin, fundó en 1847 el Théâtre Historique, en París, empresa que cuatro años más tarde quebró a causa de las deudas contraídas, a pesar del éxito obtenido.

La enorme vitalidad de Dumas le llevó a probar todos los géneros de la literatura y, si bien es cierto que sus ensayos históricos no tuvieron mucha relevancia, la serie de sus Impresiones de viaje (1835-1859), en cambio, lo convirtió en el primer maestro del gran reportaje. Realizó una breve incursión en el universo político; fue nombrado capitán de la Guardia Nacional parisina, pero se enemistó con Luis Felipe de Orleans, y, tras un estrepitoso escándalo en las Tullerías, rechazó el nuevo régimen y volvió a la literatura. Tras dos fracasos electorales sucesivos en marzo y junio de 1848, en 1851, huyendo más de sus acreedores que de Napoleón III, se exilió en Bélgica, donde redactó sus apasionantes y pintorescas memorias, y compuso nuevas novelas de aventuras.

Lo que el público agradeció a Alejandro Dumas es que supiese, como los narradores de los apólogos orientales, contarle cuentos a menos, y al mismo tiempo hacerle cosquillas en la planta de los pies para que se durmiese sin sentirlo. La facultad dominante en el hombre, la que se sobrepone a la razón, es la imaginación, y abundan más las imaginaciones frescas e incultas, parecidas a la del niño o del salvaje, que las descontentadizas, remilgadas y exigentes por el lastre de cultura.

Del contexto histórico en la que surgieron las obras bajo análisis

Para comprender el contexto de ambas novelas y profundizar en su contenido semiótico, no basta con analizar los aspectos subjetivos del autor, resulta imprescindible entender el contexto social que le correspondió vivir, el cual podría limitar su libertad para poder expresar de forma diáfana sus ideas y pensamientos, pues ciertamente, desde sus orígenes, la literatura es un mecanismo de expresión muy importante, a través del cual el autor se expresa de la forma más libre posible en medio de las limitaciones, valiéndose para ello de simbologías y contenidos indirectos.

En el caso de “la Divina Comedia” es aún más relevante tal afirmación, ya que esa monumental obra habría sido escrita, aproximadamente a mediados del siglo XIV de nuestra era, es decir, en el trecenato italiano y más específicamente en plena Alta Edad Media, época que se caracteriza por continuas crisis de subsistencias y disminuciones de la población, debido a la peste, pero sobre todo en un predominio absoluto y fanático de la iglesia católica, que no toleraba ningún pensamiento o aseveración que, de algún modo, pudiera poner en entredicho sus opiniones, aunado a ello un sistema político asfixiante basado en la monarquía absolutista y con un sistema económico basado en el feudalismo, que completaba un marco de pérdida absoluta de la libertad de pensamiento, en el que expresar, así fuera de forma novelada, algún elemento capaz de colocar en entredicho cualquiera de los poderes nombrados, conducía indefectiblemente al martirio y a la muerte.

La Divina comedia realiza una comparación abierta y soterrada a la vez entre los postulados y principios de la iglesia católica y la mitología griega ante el misterio de la muerte, tomando incluso elementos del budismo, pero de una forma tan magistral que pasarían desapercibidos a cualquier lector, aunque fuere acucioso, que no pudiera ver esos pequeños símbolos que se reflejan en la vida misma.  

Al principio de la Divina comedia, el autor se encuentra perdido en una oscura selva oscura, tal como se expresa en la versión en castellano de la obra, hecha por Mitre, B. (1922):

“En medio del camino de, la vida,

errante me encontré por selva oscura,

en que la recta vía era perdida.

¡Ay, qué decir lo que era, es cosa dura,

esta selva salvaje, áspera y fuerte,

que en la mente renueva la pavura!

i Tan amarga es, que es poco más la muerte!

Mas al tratar del bien que allí encontrara,

otras cosas diré que vi por suerte.”

El viaje de Dante Alighieri durante la novela, más que un viaje hacia los planos de la espiritualidad es un viaje al interior de su propia esencia y la de la humanidad, en el que la selva oscura representa la vida consciente del ser humano, en la que tropezamos en nuestra propia ignorancia, siendo atacado por tres fieras que representan la lujuria, la envidia y la codicia.

Estas nos introducen en el infierno, representado en nueve círculos que se van haciendo más pequeños según profundizamos, lo que representa un verdadero ciclón que a su vez simboliza la lucha tempestuosa del ser humano en contra de sus propios vicios e iniquidades, lo que representa para Dante lo que se conoce como “guerra santa” desde el plano personal, cada quien vive su propio conflicto internos, en contra de su arrogancia y en contra de sus propias debilidades, a las que después de atravesar por el infierno debe volver a enfrentar bajo la forma de Satanás que se aprovecha y nos agrede a través de nuestras propias fieras, representadas en los tres traidores de la historia.

Al salir del infierno (darnos cuenta de nuestros vicios) comenzamos un proceso de purificación denominado purgatorio, que nos conduce al tesoro más grande que Dante lo identifica con Beatriz, su gran amor.

Algunos elementos comunes de las obras bajo análisis

Alexandre Dumas escribió la célebre novela “el conde de Montecristo, en la que narra la triste experiencia de “Edmundo Dantes” un joven y brillante marino, con una gran proyección de vida, que, en el mejor momento de su vida, justo cuando estaba a punto de casarse, fue víctima de una gran conjura, una gran traición, que destruyó sus sueños, conduciéndolo irremisiblemente a una brutal e injusta pena de prisión que lo enterró en vida.

Allí hubo de vivir la peor de las muertes, emprendiendo un triste viaje en barco con destino a la isla de If, lugar en el que vive la terrible experiencia de estar muerto y vivo al mismo tiempo. El viaje de Edmundo Dantes a la isla de If encuentra un gran paralelismo en el viaje de las almas a través del aqueronte, allí son conducidos por el carcelero del infierno, Caronte, aquel ser de la mitología griega, que ejercía sus funciones como barquero del Hades (el infierno). De igual forma, la isla de If es una terrible tumba en la que las sombras de aquellos quienes alguna vez fueron seres felices, hoy habitan el infierno de sus propios temores, soledad y misterios, ¿acaso será por eso qué el infierno de Dante está organizado en círculos organizados de arriba hacia abajo, con forma de un gran huracán en la que los vicios y temores ahogan a las víctimas, tal como le estaba seguramente ocurriendo a Edmundo Dantés.

No obstante, en el momento de mayor oscuridad de su existencia, cuando parecía que se enterraba en su propio infierno para siempre, enclaustrado en esa terrible tumba con forma de prisión, sin embargo Edmundo Dantés decide luchar por su vida y con las escasas herramientas que tenía comienza a cavar un túnel, quería alcanzar su libertad, aunque no logra escapar, termina llegando a otra celda en la tiene un encuentro con un hombre sabio que lo acompañará y guiará solo hasta cierto punto del viaje, explicándole cual es la razón de ser de la vida de Edmundo Dantés.

Es así como el abate Farías, que sería una especie de Virgilio durante el tránsito de Dante Alighieri por el infierno y el purgatorio, es ese hombre culto que acompañará a Edmundo Dantes a un proceso de transformación total, ofreciéndole un gran tesoro que él deberá buscar al escapar de ese enterramiento en vida llamado castillo de If, por lo que, en el momento que corresponda, Edmundo Dantés deberá salir de la cárcel (¿resurrección?).

Toda esa situación desarrolla aspectos bíblicos muy profundos e interesantes, pues allí se observa que Edmundo Dantes representa en sí mismo al pueblo de Israel que encuentra un líder llamado Moisés, que al igual que el abate Farías, prepara a su discípulo para el largo viaje que deberá dar y que constituye su destino, el peregrinar necesario para la transformación profunda del ser, en algo que el abate Farías denominaba “el tesoro” y el caso de Dante Alighieri era representado en una mujer llamada “Beatriz”. Dante no podría encontrarse con Beatriz en presencia de Virgilio, ese privilegio no le era dado porque sencillamente era un no bautizado, tampoco el abate Farías podría ser testigo de la transformación de Edmundo Dantés en el conde de Montecristo, pero sin su participación ambas transformaciones hubieran sido imposibles.

Tal como lo expresa, De Paz Sánchez, M. (2015) “El tesoro oculto del conde de Montecristo, demostrar que El conde de Montecristo contiene un mensaje velado que enseña una filosofía mediante la cual el hombre puede conseguir la felicidad.”

Finalmente, Edmundo Dantés, aprovechando la muerte del abate y colocándose en el interior de la mortaja que correspondía al cadáver del abate Farías, fue lanzado su cuerpo al mar, allí sufre su segunda muerte, logra escaparse de la referida bolsa que le servía de mortaja y después de duras pruebas en el mar, logra al fin alcanzar la isla de Montecristo, mencionada por el abate, encontró el tesoro con el que el antiguo Edmundo Dantés se transformó en el Conde de Montecristo, quien regreso para hacer justicia (o quizás vengarse) de quienes se habían complotado para destruirlo y quedarse con lo que a Edmundo pertenecía.

Por su parte, la Divina comedia es considerada la obra más importante de la literatura italiana escrita por Dante Alighieri, es considerado, con justicia, como el poema épico más grande de la literatura italiana y uno de los más grandes de la literatura mundial, escrito en forma de poema en dialecto toscano, matriz del italiano actual. En este orden de ideas, Chiabra, J. (1921) señala que “no sólo propició la orientación del derecho hacia la humanización de la ley penal, sino que el mismo concepto de justicia suprime definitivamente la inexorable vindicta del infierno dantesco y hasta la palabra pena o castigo, convirtiéndose la justicia, elemento vivo dantesco, en pasión y esperanza, en apostolado humano que cambia el ideal de la caridad por el de justicia, y unifica en ésta misma el sentimiento del amor, que mitiga o anula las desigualdades de la realidad, y te conoce como deber aquello que en un orden menos perfecto, se alaba como puro merecimiento.”

La Divina Comedia está divida en tres libros, cada uno de los cuales se divide en cantos, a su vez compuestos de tercetos. La composición del poema se ordena según el simbolismo del número tres: son tres las fieras que agreden a Dante, tres los personajes principales de la novela: Dante, que personifica al hombre, Beatriz, que personifica a la fe (o quizás la sabiduría), y Virgilio, que personifica a la razón; la estrofa tiene tres versos y cada una de las tres partes cuenta con treinta y tres cantos, a excepción del libro del Infierno” que consta de treinta cuatro. La estructura matemática de la Divina comedia es sumamente compleja e interesante, al igual que su contenido que encierra muchos elementos encriptados.

Así mismo son tres los traidores que agreden a Edmundo Dantés, quienes lo entregan a un encierro y muerte injusta, movidos por los sentimientos más bajos del ser humano, vale decir la lujuria, la envidia y la codicia.

Para poder analizar la Divina Comedia a fondo, no se puede obviar el hecho de que fue escrita durante la edad media, período de la historia de más de mil años de duración, caracterizado por la intolerancia religiosa, en la que dominó la iglesia católica a través del papa, quien incluso nombraba y defenestraba reyes y decidía sobre la vida y la muerte de sus súbditos o vasallos, destacando la existencia del tribunal de la santa inquisición, que prohibía la investigación ya que única verdad aceptada es la que procedía de los dogmas de fe, la existencia del tribunal de la santa inquisición, que prohibía la investigación ya que la única verdad aceptada es la que procedía de los dogmas de fe.

En ese poema, Dante entra al inframundo, para ello debe enfrentar a tres terribles fieras a las cuales vence gracias al poeta Virgilio, autor de “La Eneida”, quien le acompaña en su descenso al Infierno, de los cuales describe nueve círculos en los que son sometidos a castigo los condenados, según la gravedad de los pecados cometidos en vida. Dante encuentra en el Infierno a muchos personajes antiguos, pero también de su época, y cada uno de ellos narra su historia brevemente a cambio de que Dante prometa mantener vivo su recuerdo en el mundo; cada castigo se ajusta a la naturaleza de su falta y se repite eternamente.

En la segunda parte de la novela, Dante y Virgilio atraviesan el Purgatorio, que es una montaña circular, constante de siete círculos que las almas deben superar de acuerdo a su propio esfuerzo y voluntad para tratar de alcanzar el Paraíso, lugar al que no puede entrar Virgilio por ser un pagano no iniciado, la despedida de ambos es señalada por muchos críticos como uno de los momentos más conmovedores del libro y encierra un simbolismo importante sobre el crecimiento del hombre, los cambios que se viven y la temporalidad de las compañías.

Dante se va purificando de sus pecados en cada nivel porque un ángel en cada uno le va borrando una a una las siete letras “P” que pesan sobre él, producto de sus pecados y que deben ser expiados para poder alcanzar el anhelado paraíso.

Es el Paraíso, una estructura no menos compleja que la del Infierno y concebido como una rosa inmensa en cada uno de cuyos pétalos se encuentra un alma, y en cuyo centro mareante se encuentra Dios, Por fin Dante encuentra en el paraíso a su amada, Beatriz, cercana a Dios.

Dante Alighieri llamó comedia a su libro pues, de acuerdo con el esquema clásico, no podía ser una tragedia, ya que su final es feliz. El libro suele presentarse actualmente con un gran cuerpo de notas que ayudan a entender quiénes eran los personajes mencionados.

Estos comentarios incluyen interpretaciones de las alegorías o significados místicos que contendría el texto, que otros prefieren leer como un relato literal. Esta tendencia se acentuó en el siglo XX entre los exégetas y críticos de «La divina comedia», muchos de los cuales sostienen que Dante narró una historia en el mundo material de ultratumba, tal como se lo concebía en su tiempo.

Trataré de demostrar la tesis de que el Conde Montecristo contiene en sí misma una interpretación filosófica profunda de la divina comedia de Dante, hasta el punto de que no es casual la similitud del nombre Dante del autor de la Divina comedia con el apellido Dantes de quien después de su muerte y su resurrección simbólicas regresó a la vida convertido en el Conde Montecristo. Tema que aspiro genere la polémica científica, pues los lectores de compartir o no los criterios que sirven de fundamento a la tesis planteada, pues gracias al creador (o a nuestro intelecto) nos ha dado la capacidad de discernir, interpretar, pensar y razonar, cada quien será libre de compartir o no los argumentos que se señalarán.  

Análisis preliminar comparado de los Personajes de las Obras bajo análisis y su relación entre sí:

Edmundo Dantés: O ¿Será mejor decir el mundo de Dante? El nombre Edmundo es de origen germánico, significa «el que retorna para recuperar lo que es suyo. Este personaje vive en la selva oscura (la vida cotidiana), es atacado por las tres fieras (la codicia, la lujuria y la soberbia) vive su muerte al ingresar al castillo de IF, logra escapar de ella y encuentra su tesoro retornando a la vida transformado.

Este personaje se relaciona en la Divina comedia Dante Alighieri, inmortal poeta florentino que relata en su obra su viaje a la muerte estando vivo (igual que Edmundo) atraviesa la selva oscura, es atacado por las tres fieras, entra al limbo e inicia el viaje al centro de la tierra (SU PROPIO SER) para lograr alcanzar a Beatriz (la sabiduría).

Caronte: En la Divina comedia se desarrolla el accionar de Caronte, personaje mitológico hijo de Erebo (la oscuridad) y de Nix (Diosa de la noche), era además el barquero del Hades, encargado de portear las almas, al igual que el conductor del bote recibía los metales de las almas. Este vocabulario viene de “Carón” y a su vez del griego “χαρων” (charōn) que quiere decir resplandor intenso y se relaciona con la novela “el conde de Montecristo” a través del Conductor del bote que conduce a la isla de If: quien, al igual que Caronte, quita los metales a los miserables presos que entran a la muerte (la cárcel), realizan el viaje por el mar del horror, allí serán conducidos al infierno de un injusto encierro. En ambos, el infierno representa las más oscuras pasiones y los más profundos vicios a los que nos enfrentamos los seres humanos, y que deben ser dominados para alcanzar la libertad.

Los carceleros de la cárcel de If: A ellos corresponden cuidar que ninguno de los miserables seres que purgaban condenas de muerte en la terrible e infernal cárcel de la isla de If pudiesen escapar de su horrible destino, tal como lo hace Cerbero en la Divina Comedia.

En este orden de ideas, Cerbero es un monstruo mitológico que cuida las puertas del Hades, impide que entre o salga nadie indebidamente del Hades, es el guardián del infierno

El acompañante y guía de Dante en la Divina Comedia, es el poeta romano Publio Virgilio Marón, mejor conocido como Virgilio, quien en la vida real fue autor de la célebre obra “La Eneida”, Virgilio es el compañero de Dante en el inframundo (Limbo, infierno y purgatorio) quien lo orienta durante el viaje, para que logre vencer las dificultades que los separan de su amada Beatriz, pero al igual que Moises no pudo entrar a Jerusalén, Virgilio tampoco le es permitido entrar al paraíso, debido a que no fue bautizado.

Virgilio guarda relación con la obra el conde de Montecristo, a través del abate Farías quien acompaña a Edmundo Dantés durante su muerte simbólica, vale decir, durante el cumplimiento de su injusta pena, lo educa, convirtiéndose en pieza clave y necesaria de su transformación al aportarle un gran tesoro que él debe esforzarse en encontrar.

Continuando con la comparación preliminar, se puede observar en la novela La Divina comedia, que Dante debe enfrentar a tres terribles fieras que lo atacan. Ciertamente, Dante, en su camino al infierno, atraviesa una espesa y oscura selva (el mundo profano), allí es atacado por tres fieras: la loba, la pantera (la onza) y el león que representan la codicia, la lujuria y la soberbia

Esos tres vicios se encuentran igualmente representados en los personajes Danglars, Fernando Mondego y Villefort, pues también en el Conde de Montecristo se puede observar que Edmundo, por su gran inocencia, es incapaz de conocer las intrigas que se harán en su contra, esos tres oscuros personajes quienes se conjuran contra él y lo atacan a traición, lo asesinan en vida y hacen que sea preso en If, a Danglar lo mueve la codicia, a Mondego la lujuria y a Villefort la soberbia y el temor.

Continua la Divina comedia y aparece, al final del infierno, las tres fieras, convertidas ahora en los tres traidores que se encuentran bajo el castigo de Satanás, quien les muerde la cabeza una y otra vez (nadie escapa a los remordimientos, ni a la propia consciencia) De hecho, como lo señala el Diccionario etimológico IEDRA (2020), la palabra remordimiento, etimológicamente La palabra «remordimiento» está formada con raíces latinas y significa «sentir culpa, arrepentimiento». Sus componentes léxicos son: el prefijo re- (hacia atrás, de nuevo), mordere (morder, también torturar o remorder), más el sufijo -miento (acción, resultado). Es por eso que los tres traidores en la divina comedia, son deglutidos eternamente por Satanás. Ciertamente, Judas representa la codicia al vender a Jesús por 12 monedas, Brutus la soberbia y el deseo de poder y Cassio es el menos conocido de los tres, apoyo a Brutus en su agresión contra Julio Cesar, padre de Brutus.

Volviendo nuevamente al abate Farías en el Conde de Montecristo, él acompaña a Edmundo Dantes durante su muerte simbólica, vale decir, durante el cumplimiento de su injusta pena, que representa su estadía por el infierno, pero no podrá escapar del  castillo de If con Edmundo, no obstante el abate lo educa, convirtiéndose en pieza clave y necesaria de su transformación al aportarle además un gran tesoro que no se puede alcanzar sin sacrificio y dedicación, Edmundo Dantés debe esforzarse mucho para  encontrarlo.

Judas el Iscariote, es el personaje bíblico que vendió a Jesús por unas monedas, en su actuación estaba movido por la codicia y ahora era deglutido por Satanás, siendo su equivalente en el Conde de Montecristo, los personajes Barón de Danglars y Fernando Mondego, el primero de ellos era Contador del barco donde trabajaba Edmundo Dantés, su codicia, lo conduce a la traición, conjuntamente con el Fernando Mondego,   quien también traiciona a Edmundo Dantés para apoderarse de su novia Mercedes, quien además es su prima, lo mueve la lujuria. El nombre Fernando es de origen germánico y significa:  «Guerrero audaz y atrevido con las hermosas» 

Si se comparan al Barón de Danglars, a Fernando Mondego y a Gerard de Villefort, personajes de “el conde de Montecristo con el traidor dantesco Casio, se puede observar que Casio era probablemente el espíritu rector detrás de la conspiración contra César. Ésta se alimentaba sobre todo de los recelos de múltiples senadores a la vista del afán de César de gobernar en solitario. Estas aspiraciones chocaban con el liderazgo del senado en la República. Parte de su vida se describe en el drama Julio César. Representa la lujuria, mientras que en el caso del Berón Danglars, se desempeña como el contador del barco donde trabajaba Edmundo Dantés, su codicia, lo conduce a la traición, Fernando Mondego es el primo de Mercedes, quien traiciona a Edmundo Dantés por apoderarse de su novia Mercedes, lo mueve la lujuria. El nombre Fernando es de origen germánico y significa:  «Guerrero audaz y atrevido con las hermosas», mientras que Gerard Villefort, aunque no participó en el complot, también traicionó a Dantés por temor de que pudiera verse afectada su reputación y la de su padre Noitier, fue movido por la soberbia. Su nombre es de origen germánico y significa «audaz con la lanza»

El tercer traidor que se encuentra en las fauces del Satanás Dantesco es Brutus, hijo de Hijo de Julio Cesar, conspiró contra él, dándole muerte, lo movió la ambición de poder, la soberbia.

Desarrollo.

Una de las más importantes novelas de la literatura francesa lo es sin duda “el conde de Montecristo” en ella se narra la vida del hombre, su caminar por el mundo, los peligros que representan para la gente productiva la envidia de los enemigos ocultos, en la que Edmundo Dantes se transforma en el Conde de Montecristo, para lo que debe conocer el infierno de sus propias pasiones y limitaciones, pasar por el purgatorio del aprendizaje y crecimiento, gracias al apoyo y enseñanzas de un ser superior quien, una vez demostrado que lo merecía, le aportó un gran tesoro que lo transformó en otro ser más poderoso y fortalecido.

Este fortalecimiento es producto de la consciencia adquirida por la dura experiencia que le toco vivir y que no solo no pudo acabar completamente con su vida, sino que le aportó fortaleza, necesaria para derrotar a los tres individuos que sembraron intrigas y falsedades que lo condujeron al castillo de If.

Es así como nos encontramos con Edmundo Dantés, ese ser inocente que tiene éxito en su vida profana, piensa casarse y formar un hogar, pero está inocente de la traición que se prepara en su contra, su propia ceguera se lo impide ver, no tiene como defenderse, los tres traidores convertidos en las tres fieras, por motivos distintos participan en el complot. El primero, el Barón Danglars, ambiciona y codicia las riquezas de Edmundo Dantés, lo envidia y cree que ese dinero debe ser de él y nada más; Fernando Mondego desea conquistar a Mercedes, la novia de Edmundo y está dispuesto a todo para quitarlo del medio y quedarse con Mercedes, la ambición por el sexo y la lujuria son su móvil. Por último, Gerard de Villeford quien al principio quiere ayudarlo recibe una carta que pudiera involucrar a su padre en conspiraciones contra Napoleón, razón por la que desiste de ayudar a Edmundo y le da la estocada final para que sea enterrado en vida en las cárceles de la fortaleza de If.

La mencionada tumba para muertos en vida está ubicada en una isla y deben ser transportados los penados en bote, tal como lo hace Caronte cuando lleva las almas al infierno, en ambos casos le son quitadas las monedas y demás bienes materiales a los prisioneros. En ambas novelas Edmundo Dantés y Dante Alighieri son acompañados por alguien quien les ayuda a superar el terrible momento que atravesaban, que en el caso de Edmundo Dantes es el abate Farías con quien se encuentra después de estar preso y en el caso de Dante es el poeta Virgilio quien lo acompaña durante las primeras partes de su viaje, ya que ninguno de los dos pueden acompañar a los protagonistas al éxito definitivo, pues ni Virgilio pudo alcanzar el paraíso ni el abate Farías pudo escapar a la isla de Montecristo con Edmundo Dantes.

Edmundo Dantes y Dante se ven obligados a enfrentar a sus propios vicios y errores, adquieren herramientas para llevar adelante su viaje transformador, el abate Farías mientras instruye a Edmundo le menciona la existencia de un tesoro en una isla que él debe encontrar con su propio esfuerzo, mientras que Dante está claro que su tesoro está representado en su amada Beatriz. Simbólicamente, Beatriz y el tesoro simbolizan lo mismo, vale decir la fe, la conciencia y la sabiduría.

No será fácil para ninguno de los dos alcanzar sus objetivos, necesario es conocerse plenamente tomar conciencia plena de su razón de ser y existir, entender su misión y llevarla a cabo gracias al tesoro de su propia conciencia.

Edmundo Dantés vivía feliz, era un hombre joven con mucha proyección e inocencia, desconocía los peligros a los que estaba expuesto, lo que lo convirtió en presa fácil de los traidores que urdían intrigas contra él, por ello fue fácilmente calumniado y enredado en mentiras y traiciones, le secuestraron sus sentimientos, sus bienes y su libertad, siendo absolutamente discriminado y castigado por un delito inexistente, esa es la actuación del ego que le quitó sus bienes, su familia y su libertad.

Necesario era entonces que muriera Edmundo Dantés, como también fue necesaria la transformación de Dante. No obstante, no se puede permitir que los traidores disfruten del triunfo, seguirían causando daño, habría que hacer justicia.

Es por ello que el abate Farías enseña todo lo que puede a su discípulo Edmundo y es por ello que Virgilio hace lo propio con Dante, sin su acompañamiento ambos se hubieran perdido para siempre, el abate Farías y Virgilio representan ambos la voz de la conciencia que apenas asoma o que apenas podemos percibir a lo lejos que recibimos sin ni siquiera darnos cuenta, tal como Moisés acompañó a su pueblo en busca de Jerusalén (su conciencia) instruyendo y conduciendo a sus discípulos  sin que a ellos les corresponda solo conducir e instruir no puede entrar a esa meta, la meta de cada uno de nosotros es individual. Es así como Virgilio no puede acceder al paraíso, Moisés no puede acceder a Jerusalén y el abate Farías no puede acompañar a Edmundo a buscar el tesoro, su misión se cumplió.

Edmundo debe colocarse en la mortaja, es lanzado al mar creyéndolo cadáver, se libera de las ataduras que lo amarraban y hace su segundo viaje por el mar de bronce alcanzando al fin la isla de Montecristo en la que se encuentra consigo mismo, logra alcanzar su tesoro oculto, el tesoro de su propia conciencia.

Ahora, debe emprender su siguiente viaje, acompañado de la principal arma de un masón, su propia conciencia, a enfrentar a los tres traidores y derrotarlos. En Dante ese enfrentamiento se representa cuando debe caminar por las espaldas de Satanás (su propio ego) para poder alcanzar la luz, el conde de Montecristo ya está preparado para enfrentarse a sus propios traidores y vencerlos, no busca venganza sino justicia.

Los elementos simbólicos de esta hermosa historia son inagotables, de un profundo valor e importancia para todo Masón, sin embargo, trataré de hacer hincapié en los más relevantes, se trata de profundizar en el análisis, más allá de lo evidente, de una manera exegética y holística, en un modesto ejercicio de hermenéutica simbólica que nos llevará a curiosas asociaciones e intuiciones:

Edmundo Dantés: El mundo de Dante que debe enfrentar su propia muerte, descender a los infiernos para poder conocerse plenamente, trabajando su piedra bruta hasta lograr obtener la hermosa joya que es su esencia, para ello debe encontrar el tesoro escondido (la sabiduría), en su largo peregrinar avanza Edmundo ya iniciado, por los 4 elementos que ha de dominar: tierra por el VITRIOL encuentra la muerte y emprende el viaje al centro de la tierra las garras, se enfrenta al fuego devastador donde se produce la transformación plena del ser, se enfrenta dos veces al agua, primero para llegar al infierno y luego para escapar de él. De igual forma el iniciado debe conocer la muerte, purificarse descubriendo sus vicios y miserias, a los cuales debe cavar fosos, para poder enfrentar y vencer a los tres traidores de la codicia, la lujuria y la soberbia y dominar así su naturaleza interna. Edmundo Dantés representa al propio iniciado que comienza su lucha interna contra su ego, a quien debe vencer para rescatar su esencia y perfección (su conciencia), para ello deberá vencer a los tres traidores que están representados en los propios vicios y en las tentaciones externas, que pudieran perdernos si no logramos vencerlos.

Conde de Montecristo: Es el mismo Edmundo que ya ha vencido a la muerte y ha encontrado su esencia, es capaz de enfrentar y vencer a sus propios traidores internos, ha conocido la verdad y esta lo hizo libre.

El tesoro oculto: El tesoro siempre ha estado en nosotros, debemos encontrarlo, esa es la razón verdadera de nuestro viaje a nuestra propia esencia. Los traidores nos atacan y tienen éxito porque en nuestro subconsciente lo hemos permitido, el tesoro oculto es nuestra esencia misma, la razón de ser de nuestra existencia, nuestra propia conciencia. Cuando el hombre vive dentro de la caverna a la que hacía referencia Platón, no se preocupa por obtener nada más allá que lo básico, no se da cuenta de lo que realmente ocurre a su alrededor. Debemos descubrir nuestras verdaderas necesidades y sentimientos, para poder acceder a nuestra conciencia, esa es la verdadera sabiduría. Para ello, tal como se representa en ambas novelas es necesario vencer al monstruo interno (el ego) que se interpone entre esa sabiduría y nosotros mismos, para ello los procesos de reflexión y autoconocimiento debe ser pleno, para reflexionar sobre nuestros errores y vicios, sus causas, eso nos dará la fuerza de vencer a nuestros traidores y alcanzar nuestra realización plena.     

Conclusiones:

Edmundo Dantés representa la vida misma como un proceso de transformación y descubrimiento de nuestras propias virtudes y vicios, Dante nos grafica cada uno de ellos. Esa es la eterna lucha del ser humano sincero, aquel quien quiere encontrar su verdadera esencia, que entiende que el crecimiento real, aunque nace de nuestro interior, no sirve para nada sino aporta vida y amor al prójimo, a la sociedad y al mundo, como lo señala sabiamente Jesús, “Si quieres conocer a las personas, observa los frutos que ha dejado en su vida… por sus frutos los conoceréis” debemos prepararnos para la lucha a muerte en contra de nuestros propios vicios y enemigos internos, que siempre están alertas para dominarnos e impedirnos nuestro crecimiento personal, debemos hacer un genuino contacto directo con el Yo interior, la razón de la existencia (el tesoro oculto en nuestro propio ser), el uso de las herramientas de la razón y de la intuición para entendernos en nuestra esencia y la conexión de cada hombre con los planos espirituales, recibimos el aprendizaje y la vivencia haciéndonos conscientes de ello, obtenemos nuevas herramientas al andar con las que, en su momento y como lo hicieron Edmundo y Dante, iremos a la lucha definitiva contra nuestro propio ego que nos mantiene prisioneros en nuestra verdadera esencia, somos una energía que nos unifica, usaremos todos los sentidos para entender nuestras fortalezas y debilidades.

Ambas novelas son ricas en contenidos simbólicos que trasladan al lector por grandes odiseas que giran en torno al misterio de la muerte y la resurrección, Dante compara el infierno con una especie de cono invertido, que pudiera representar un gran huracán, una profunda tormenta que todos los seres humanos deben pasar para poder enfrentarse a sus propias zonas oscuras, representadas en el propio Satanás, a quien es necesario enfrentar pasando por encima de él para poder liberarnos de nuestros propios vicios, los cuales nunca nos abandonan del todo, siempre están allí buscando la oportunidad de dominarnos.

Edmundo Dantés conoció su propio infierno, vivió su propia muerte ya que allí conseguiría descubrir que había un tesoro que encontrar, el cual cambió su vida para siempre.

¿Será acaso que el principal tesoro del ser humano en ambas novelas es el amor? 

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