En medio del bullicio y la vorágine de la vida diaria, la Navidad surge como un oasis que nos invita a hacer una pausa, a dejar atrás las preocupaciones y los conflictos, y a enfocarnos en lo que realmente importa: la familia, los amigos y la conexión con los demás. Enesta entrega, he decidido apartar los temas candentes de la vida o política cotidiana para abrazar esta pausa reflexiva e invitar a aprovechar esta época para la introspección, la renovación y la gratitud por los momentos compartidos.
En un mundo cada vez más violento y polarizado, es fácil dejarse llevar por la corriente de la indignación y la ira. La política y las redes sociales nos bombardean con noticias y opiniones que nos hacen sentir que el mundo está al borde del abismo. Pero, ¿qué ganamos con eso? ¿Qué logramos con estar constantemente enojados y divididos?
La Navidad es un recordatorio de que hay algo más importante que la política y las ideologías: la humanidad. Es un tiempo para recordar que todos somos parte de una comunidad global, que todos compartimos los mismos miedos y esperanzas, y que todos merecemos ser tratados con respeto y dignidad.
Es un tiempo para dejar atrás las diferencias y enfocarnos en lo que nos une. Para compartir con nuestros seres queridos, para escuchar sus historias y para crear nuevos recuerdos. Para reflexionar sobre el año que ha pasado y para planificar un futuro mejor.
En un mundo donde la violencia y la intolerancia parecen estar a la orden del día, en el que nos levantamos cada día con una nueva amenaza de guerra, la Navidad es un rayo de esperanza. Es un recordatorio de que la paz, la compasión y la empatía son posibles, y que podemos hacer una diferencia en la vida de los demás.
En la República Dominicana, la época navideña se siente de manera muy especial. Desde temprano comienzan a llegar nuestros hermanos de la diáspora a celebrar con sus familiares y amigos y a poner de manifiesto la alegría que nos caracteriza. Vamos abrindar con ellos porque la Navidad sea un tiempo propicio para fortalecer la solidaridad y la unidad. Y porque recibamos el año 2026 aportando una mayor dosis de sacrificio y generosidad a favor del bienestarde todos.
Recordemos la conmovedora tregua navideña de 1914, cuando en medio de la Primera Guerra Mundial,los soldados aliados y alemanes abandonaronespontáneamente sus trincheras y salieron a compartir una noche de paz. Esta historia nos recuerda que la humanidad y la compasión pueden unirnos.
Esta Navidad dejemos la política y los conflictos atrás. Enfoquémonos en lo que realmente importa: la familia, los amigos y la reflexión para que, juntos, podamos crear un mundo más pacífico, más compasivo y más justo.
«La paz comienza en nosotros mismos. No esperemos a que los demás cambien, comencemos nosotros mismos a cambiar.»
Feliz navidad.
Jorge Amado Méndez
Abogado



