En casi cualquier cumpleaños venezolano, no importa si la celebración ocurre en Caracas, Madrid o Buenos Aires, tarde o temprano se escucha a coro un canto alegre y extenso: “Ay, qué noche tan preciosa…”. La melodía, que con el tiempo se volvió un verdadero himno de identidad cultural, nació en 1953 sin que su autor imaginara que se convertiría en tradición.
El compositor y guitarrista Luis Cruz, entonces un joven de 23 años, escribió la pieza como un regalo improvisado para Rebeca Sorondo, novia de un amigo que le pidió como obsequio una canción para su cumpleaños. Lo que surgió de aquella petición se cantó por primera vez en una sala de Los Chorros, en Caracas, y poco a poco comenzó a transmitirse de boca en boca, hasta convertirse en costumbre familiar.
La popularidad definitiva llegó una década más tarde, cuando el cantante Emilio Arvelo incluyó la pieza en uno de sus discos. Aunque en principio la disquera dudaba, el tema se impuso rápidamente, y aquel “relleno” se transformó en el mayor éxito de la producción. Desde entonces, “Cumpleaños feliz”, como se llamó originalmente, pasó a ser conocida por todos como “Ay, qué noche tan preciosa”.
Con 24 versos y un estribillo repetitivo, la canción contrasta con la brevedad del popular “Happy Birthday”. Ese carácter extenso y festivo la hizo ideal para el ambiente venezolano, donde las celebraciones se viven con entusiasmo colectivo. Muchos la cantan completa, otros la intercalan con chistes o improvisaciones, lo que refuerza su carácter popular y cercano.
Con el paso del tiempo, la canción trascendió fronteras. El éxodo venezolano de los últimos años la llevó a escucharse en ciudades de América y Europa, donde hoy forma parte de la vida cotidiana de comunidades enteras. En restaurantes de Miami, en fiestas de Madrid, en reuniones en Santiago de Chile o Buenos Aires, los acordes de “Ay, qué noche tan preciosa” despiertan alegría y también nostalgia.
Y no solo los venezolanos la han hecho suya. En países vecinos y del Caribe, así como en el nuestro, República Dominicana, es cada vez más común escucharla en celebraciones de cumpleaños. Su ritmo contagioso y su carácter emotivo han permitido que sea adoptada como parte del repertorio festivo de muchas familias, sin importar su nacionalidad.
En 2024, la revista Billboard la incluyó entre las 30 canciones de cumpleaños más importantes en español, reconocimiento que confirma su valor cultural y simbólico. Hoy, incluso en celebraciones virtuales, la melodía conecta a familias dispersas y se reafirma como un puente con la identidad.
Más que una canción, “Ay, qué noche tan preciosa” se ha convertido en un patrimonio afectivo que cruza fronteras. Es un pedazo de Venezuela que ya pertenece al mundo y que, en cada cumpleaños, sigue celebrando la vida con la misma fuerza con la que nació hace más de setenta años.