En un discurso histórico ante el Parlamento canadiense, el rey Carlos III afirmó que Canadá atraviesa “un momento crítico” en el que la defensa de la democracia, la libertad y el Estado de derecho se vuelve esencial. Invitado por el primer ministro Mark Carney a inaugurar el nuevo periodo legislativo, el monarca destacó el valor de la soberanía canadiense y la necesidad de fortalecer alianzas globales frente a un entorno internacional cambiante.
El mensaje del rey fue interpretado por muchos como una respuesta velada a la creciente tensión con el expresidente estadounidense Donald Trump, quien ha avivado discursos sobre una posible anexión simbólica de Canadá como un “estado 51” de EE.UU., algo rechazado abiertamente por la mayoría de los canadienses.
Durante su alocución, Carlos III hizo hincapié en que Canadá está llamado a liderar en el nuevo orden mundial, promoviendo alianzas con naciones que comparten valores democráticos, la cooperación internacional y el libre comercio. “El Verdadero Norte es verdaderamente fuerte y libre”, afirmó, citando el himno nacional canadiense como símbolo de independencia frente a cualquier presión externa.
El discurso también abordó desafíos internos: desde la escasez de viviendas hasta el aumento del crimen organizado y el tráfico de fentanilo en la frontera. Se anunciaron medidas para reforzar las fuerzas del orden, proteger las fronteras y reestructurar las Fuerzas Armadas canadienses, en línea con el objetivo de consolidar la economía más robusta del G7.
Esta es la primera vez en casi medio siglo que un monarca británico ofrece el “Discurso del Trono” en persona. La última ocasión fue en 1977, cuando lo hizo la reina Isabel II. La intervención de Carlos III no solo marca un precedente en la política canadiense, sino que también reafirma el papel simbólico y político de la monarquía en tiempos de redefinición geopolítica.
