viernes, junio 13, 2025
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De la abundancia del corazón habla la boca

Vivimos en una sociedad donde las opiniones vuelan con rapidez, los juicios se emiten con ligereza y las percepciones de los demás —ciertas o no— a menudo pesan más de lo que deberían. Sin embargo, hay una verdad que, aunque sencilla, contiene una profundidad poderosa: “de la abundancia del corazón habla la boca”. Es decir, lo que decimos y cómo lo decimos no habla de los demás, sino de nosotros.

Cada palabra, cada gesto, cada reacción emocional, es un reflejo del contenido interno: si hay paz, se transmite serenidad; si hay enojo, se emana conflicto; si hay amor, se irradia comprensión. No se trata de perfección, sino de honestidad emocional. Lo que albergamos en el corazón inevitablemente se filtra en nuestra manera de ver, interpretar y relacionarnos con el mundo.

En un mundo cargado de etiquetas, es fácil juzgar a los demás desde la superficie. Pero la sabiduría —esa que trasciende los impulsos— nos invita a mirar más allá. “No juzguen por las apariencias, sino juzguen con justo juicio”, dice una antigua enseñanza biblíca. ¿Qué significa eso en la práctica? Que antes de emitir una opinión, debemos considerar el contexto, nuestras emociones, nuestras heridas y, sobre todo, reconocer que no vemos al otro tal como es, sino tal como somos.

El juicio justo no es una utopía, es una práctica consciente. Requiere humildad, escucha activa, empatía y, a veces, el silencio oportuno. A menudo, juzgamos a otros desde nuestras inseguridades, nuestras expectativas no cumplidas o nuestros propios vacíos. El problema no está tanto en lo que vemos, sino en el filtro con el que lo interpretamos.

Y aquí viene otra liberación necesaria: lo que otros piensen de ti no es tu responsabilidad. Cada quien juzga desde su propio mapa mental, y ese mapa está hecho de experiencias, creencias, heridas y aprendizajes… muchos de ellos distorsionados.

A veces, alguien te mirará con admiración, y otro con desdén. ¿Cambias tú por eso? No. Cambia la percepción del otro, su interpretación. No puedes controlar el juicio de los demás, pero sí puedes elegir no vivir condicionado por él.

Aceptar que no somos lo que otros ven en nosotros, sino lo que cultivamos dentro, es un acto profundo de libertad emocional. Significa reconocer que los comentarios injustos no nos definen, que el aplauso externo no sustituye la paz interna, y que la única voz que realmente importa es la que sale desde la coherencia entre lo que somos, lo que sentimos y lo que hacemos.

Si de la abundancia del corazón habla la boca, entonces el verdadero trabajo no es controlar lo que decimos para parecer mejores, sino llenar el corazón de lo que realmente queremos compartir con el mundo: verdad, bondad, compasión, alegría. Solo así nuestras palabras dejarán de ser reacciones impulsivas para convertirse en puentes de verdad.

En un tiempo donde todos opinan de todos, elegir cultivar el silencio interno, el juicio justo y la libertad frente a la mirada ajena, es un acto de madurez y amor propio. Porque al final, lo que otros ven es su mapa… pero lo que tú siembras en tu corazón es lo que verdaderamente deja huella en el mundo.

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