jueves, noviembre 27, 2025
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EL NUEVO TABLERO GEOPOLÍTICO Y SU IMPACTO EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

EL NUEVO TABLERO GEOPOLÍTICO Y SU IMPACTO EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

Por Rafael Guerrero

La reconfiguración estratégica que impulsa actualmente el presidente Donald J. Trump ha iniciado una etapa inédita en la política hemisférica y en la dinámica del poder global. Sus recientes acciones —particularmente el rediseño de la política de seguridad continental, el cerco militar contra los cárteles y gobiernos que amparan el crimen organizado, y su ofensiva diplomática frente a potencias revisionistas— están provocando un reajuste profundo en la arquitectura internacional.

Hoy observamos un retorno acelerado hacia políticas de fuerza combinadas con diplomacia preventiva. Estados Unidos ha decidido retomar el control de su seguridad interna y externa bajo la premisa de que no puede haber estabilidad doméstica si persisten amenazas desbordadas en su frontera sur, en el Caribe, o en regiones estratégicas donde actores criminales y Estados ideologizados convergen.

Este nuevo tablero no surge en el vacío. Es la respuesta a un ciclo de expansión del crimen transnacional, de penetración ideológica en países democráticos, de fortalecimiento de regímenes autoritarios y del desbalance geopolítico ocasionado por múltiples conflictos globales. Washington, consciente de que su seguridad nacional depende de la estabilidad cercana, ha decidido actuar con una claridad sin precedentes.

En América Latina —y de manera especial en Venezuela, Colombia, México, Cuba, Nicaragua y Haití— la presencia de redes criminales, guerrillas, estructuras de narcotráfico y regímenes aliados entre sí constituye la amenaza más directa para la región. Las medidas recientes de Trump buscan quebrar ese entramado y restablecer un orden hemisférico donde ningún Estado pueda abiertamente convertirse en plataforma del crimen.

La visita del Secretario de Guerra de los Estados Unidos a la República Dominicana marca un hito histórico: reconoce a nuestro país como un aliado confiable y estratégico, y al mismo tiempo advierte que la región enfrenta un momento crítico donde se requiere cooperación militar, inteligencia conjunta y acción coordinada. Que la República Dominicana haya autorizado el uso limitado de infraestructura y suelo para operaciones estadounidenses envía un mensaje claro: estamos asumiendo nuestra cuota de responsabilidad en la defensa del hemisferio.

Este alineamiento no es gratuito ni improvisado. La República Dominicana se encuentra hoy en la línea frontal de las amenazas. Su ubicación geográfica la convierte en punto de tránsito obligado entre Suramérica —productor de narcóticos y refugio de carteles— y los Estados Unidos y Europa —mercados de destino. En las últimas semanas se han incrementado los decomisos de grandes cargamentos y el apresamiento de operadores extranjeros en territorio dominicano.

Sumado a esto, la crisis haitiana, que incluye presencia de grupos criminales, bandas con entrenamiento paramilitar y vínculos con carteles externos, constituye la mayor amenaza inmediata para nuestro país. El desbordamiento del caos político y la penetración criminal puede derivar en una situación de inestabilidad sin precedentes si no se actúa con firmeza.

Desde una perspectiva reflexiva, el momento actual exige claridad estratégica. Apoyar nuestra cooperación con los Estados Unidos es defender nuestra soberanía, proteger nuestro futuro y garantizar la seguridad de nuestro pueblo. Frente al crimen organizado, la debilidad no es una opción. La República Dominicana necesita un muro de alianzas, inteligencia y operaciones coordinadas que fortalezcan nuestras capacidades defensivas y nos integren en un modelo de seguridad hemisférica moderno y eficiente.

La historia ha demostrado que las naciones que actúan con visión anticipada preservan su estabilidad y prosperidad. Por ello respaldo plenamente las decisiones adoptadas, convencido de que forman parte de un proceso mayor destinado a asegurar la paz, la justicia y el orden en nuestro entorno inmediato.

Hoy más que nunca, la República Dominicana debe estar del lado correcto de la historia.

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