El panetón, también conocido como panettone en italiano, es un símbolo indiscutible de las festividades navideñas en muchas culturas. Con su textura esponjosa y su distintivo sabor a frutas confitadas y pasas, este pastel tiene un origen que remonta a la ciudad de Milán, en el norte de Italia, y una historia cargada de tradiciones y leyendas.
Un lujo que surgió en Milán
El panetón se originó en el siglo XV, en un contexto donde el trigo era considerado un bien de lujo, reservado para ocasiones especiales como la Navidad. Según registros históricos, en la Milán medieval, las panaderías utilizaban este preciado ingrediente para hornear panes festivos, destinados a ser compartidos entre familias durante las celebraciones.
La tradición consistía en colocar tres panes de trigo en la mesa como símbolo de unidad familiar y esperanza para el año venidero. Sin embargo, la versión que conocemos hoy no se perfeccionó hasta el siglo XIX, cuando el panadero milanés Giovanni Felice Luraschi incorporó levadura a la receta, creando un pan más alto y esponjoso enriquecido con frutas confitadas y pasas sultanas.
El «pan de lujo» y la leyenda de Toni
El término panettone proviene del dialecto milanés «pan de ton«, que significa «pan de lujo». Esta denominación refleja su preparación con ingredientes exclusivos, como miel, pasas y frutas confitadas, que lo distinguían de otros panes de la época.
Una de las leyendas más populares sobre su origen involucra a Ludovico Sforza, duque de Milán, y un joven llamado Toni, quien trabajaba en la corte como panadero. Según la historia, Toni habría quemado accidentalmente el postre destinado a la cena de Nochebuena y, en un intento por salvarlo, añadió a la masa pasas, frutas confitadas y azúcar. El resultado fue tan bien recibido por la familia Sforza que el duque decidió llamarlo «pan di Toni» en honor a su creador.
Aunque esta anécdota carece de respaldo histórico, ha perdurado como un relato entrañable que añade un toque romántico a la historia del panetón.
Un legado que trasciende fronteras
Con el paso del tiempo, el panetón dejó de ser un lujo exclusivo del norte de Italia para convertirse en un emblema navideño en todo el mundo. Su popularidad se ha extendido a países como Argentina, Perú y Brasil, donde ha sido adoptado como parte esencial de las celebraciones decembrinas.
En la actualidad, el panetón no solo conserva su receta tradicional, sino que también se ha reinventado con variantes que incluyen chocolate, nueces y rellenos de crema, adaptándose a los gustos y tradiciones de cada región.
Más que un dulce, un símbolo de unión
El panetón, con su característico aroma y sabor, trasciende su origen italiano para convertirse en un símbolo de unión, celebración y esperanza. Cada bocado nos transporta a una tradición que ha cruzado generaciones y fronteras, consolidándose como un imprescindible de la mesa navideña.
Este dulce no solo cuenta una historia de ingenio y creatividad, sino que también representa el espíritu de compartir que define la temporada navideña.