🌿 Reflexión : La Soberbia de las Hijas de Sión
“Las hijas de Sión son altivas y vanidosas; caminan con el cuello erguido y los ojos seductores, hacen sonar sus joyas al andar. Por eso el Señor cubrirá de sarna sus cabezas y dejará calvas a las hijas de Sión.”
(Isaías 3:16-17)
Vivimos tiempos donde la soberbia y la vanidad se disfrazan de autoestima. En las redes sociales y en la vida cotidiana, muchas personas han confundido el valor personal con la exhibición constante. Quien habita en la cúspide de la soberbia termina viendo a los demás como inferiores, incapaz de reconocer sus errores o defectos, defendiendo su ego como si fuese su identidad.
El mejor antídoto ante este mal es la humildad. Ser noble, actuar en silencio y trabajar con propósito —como las abejas—, que hacen una labor extraordinaria sin hacer ruido.
Hoy más que nunca, se percibe en muchos la arrogancia del poder, no solo el gubernamental, sino el de aquellos que se sienten importantes por estar cerca de quien lo tiene. Lo vemos en el trato al mesero, al chófer, al asistente o al colaborador. El desdén y el desprecio se han vuelto costumbre, y pocos se detienen a reflexionar sobre la humanidad del otro.
La verdadera elegancia no está en el ruido, ni en hacer sonar las joyas, ni en tocar bocinas de privilegio. El lujo silencioso radica en la serenidad, en el respeto, en la gracia con que tratamos a los demás.
La soberbia es un hormigón armado del alma; se siente en el aire cuando entra a un evento social, de Estado o incluso a un simple restaurante. Por eso hoy, más que nunca, es un buen día para vestirse de humildad, sonreír con el alma y mirar con gratitud.
Porque quien practica la humildad no pierde brillo: refleja luz.
Rocio Regalado