En medio de la agitación política postelectoral en la República Dominicana, la oposición ha desplegado una estrategia que busca socavar una necesaria reforma fiscal bajo la excusa de una derrota electoral. Esta reforma, que se debía abordar hace más de dos años dados los desafíos causados por la pandemia y conflictos internacionales, es vital para el bienestar de los menos afortunados en nuestra sociedad.
Es decepcionante observar cómo los partidos de oposición, ya asegurados en sus finanzas, desvían la atención de lo realmente importante: el pueblo. Ahogados en su derrota, optan por enarbolar la bandera de la resistencia contra una reforma que, en realidad, beneficiaría a aquellos que más lo necesitan.
Es esencial recordar que la voz del pueblo se ha manifestado claramente en las urnas, otorgando al presidente Abinader un respaldo abrumador del 58% en las pasadas elecciones. A pesar de los intentos de la oposición por desacreditar su mandato, la voluntad popular debe prevalecer.
En este contexto, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) debe reforzar sus fuerzas internas y centrarse en promover la democracia y la estabilidad social. La amenaza de aquellos que buscan desestabilizar el país a través de artimañas políticas no puede ser subestimada, y es responsabilidad del gobierno actual proteger los intereses del pueblo y garantizar un futuro próspero para todos.
La lección clave de esta situación es que la política debe estar al servicio de la población, no de intereses partidistas. La integridad, transparencia y compromiso con el bienestar común deben prevalecer sobre la lucha por el poder. Solo mediante el diálogo, la cooperación y la empatía podremos construir una República Dominicana más justa, equitativa y próspera para todos sus ciudadanos.