Por la Editora — 4 de septiembre de 2025
Giorgio Armani, el influyente diseñador italiano cuya visión transformó la sastrería y la forma de vestir de varias generaciones, murió este jueves en Milán a los 91 años, informó la casa de moda que fundó. La firma expresó su pesar en un comunicado en el que recordó a Armani como su “creador, fundador e incansable impulsor”.
El diseñador venía enfrentando problemas de salud desde hace tiempo y en junio pasado se vio obligado, por primera vez en su trayectoria, a ausentarse de los desfiles de la Semana de la Moda Masculina de Milán.
Armani será recordado tanto por su aporte estético como por su capacidad empresarial: fue, según los expertos, el primer gran modisto desde Coco Chanel en imprimir un cambio duradero en la manera de vestir. Sus creaciones ayudaron a derribar los moldes rígidos de la preguerra y acompañaron la creciente fluidez social de la segunda mitad del siglo XX.
El traje reinventado
Nacido en Piacenza el 11 de julio de 1934, en el seno de una familia de clase media y marcado por las privaciones de la posguerra, Armani llegó al mundo de la moda por una vía poco convencional. Tras abandonar la carrera de Medicina y un breve paso por el servicio militar, inició su formación como escaparatista en los grandes almacenes La Rinascente de Milán. Allí aprendió de telas, de clientes y de fábricas: conocimientos que le permitirían más tarde perfeccionar la sastrería.
Su trabajo ganó relevancia en los años sesenta, cuando ofreció a la clase media una alternativa elegante y accesible a la alta costura. Con cortes limpios y tejidos finos, su sastrería masculina pudo producirse a gran escala sin perder sofisticación. Pero su mayor influencia quizá fue la feminización del traje: hizo más “fuerte” la ropa femenina y más “suave” la masculina, ofreciendo a las mujeres prendas que otorgaban dignidad y autoridad en el ámbito laboral.
Socio, amor y pérdida
En 1966 conoció a Sergio Galeotti, joven arquitecto que sería su socio y compañero. Galeotti abandonó su carrera para asociarse con Armani y fue clave en los inicios de la casa: vendió su Volkswagen para financiar los primeros pasos del proyecto. La pareja, además, compartió una relación personal íntima que marcó la biografía del diseñador. Galeotti falleció en 1985 por complicaciones derivadas del sida; su muerte hundió a Armani en el dolor y lo llevó a replantearse su carrera, aunque finalmente decidió perseverar en honor a su amigo y socio.
Moda, cine y negocio
Armani comprendió pronto el poder del cine y la cultura popular para proyectar su estética. El contrato para vestir a Richard Gere en American Gigolo (1980) fue un hito que consolidó su imagen y contribuyó a popularizar su estilo. A lo largo de décadas, actrices y figuras del espectáculo —Julia Roberts, Cate Blanchett, Lady Gaga y Zendaya, entre otras— lucieron sus prendas en las grandes alfombras rojas.
No solo fue un creador: también edificó un imperio. Manteniendo control sobre su empresa, resistió ofertas de compra y expandió la marca hacia la belleza, las fragancias, la hospitalidad de lujo, el deporte y la música. Hoy, su grupo factura miles de millones de dólares anuales y su nombre sigue siendo sinónimo de lujo y sobriedad.
Compromisos y convicciones
Armani también se destacó por tomar posiciones en temas de responsabilidad dentro del mundo de la moda. En 2006 prohibió la presencia de modelos de bajo peso en sus pasarelas tras la muerte de una modelo por anorexia, una decisión que reflejó su sensibilidad ante los excesos de la industria. Asimismo, su trabajo fue reconocido por instituciones culturales: en 2000 el Museo Guggenheim de Nueva York dedicó una exposición a su obra, subrayando la dimensión artística de su contribución al diseño.
A pesar de su temperamento reservado, siguió ligado a las pasarelas hasta bien entrada la vejez. En 2025, declaró que su desfile en Milán buscaba “imaginar una nueva armonía” frente a las turbulencias políticas globales. “Creo que es lo que todos necesitamos”, dijo entonces.
Legado
Durante más de seis décadas, Armani adaptó su visión a las necesidades cambiantes de los clientes, haciendo de la ropa una herramienta para la vida cotidiana y profesional. Su obsesión por la perfección y su incansable búsqueda de resultados lo convirtieron en una figura determinante del diseño contemporáneo.
“Nunca estoy satisfecho”, llegó a decir en una entrevista; esa insatisfacción fue, en gran medida, la fuerza que sostuvo una carrera que cambió la moda moderna. A la hora de recordar a Giorgio Armani, la historia hablará de un revolucionario del traje, de un empresario cauteloso y de un artista que transformó el modo en que nos vestimos y nos presentamos al mundo.

