Con el inicio oficial de la temporada ciclónica 2025, que se extiende desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre, República Dominicana entra nuevamente en un periodo de especial atención climática. Las proyecciones para este año apuntan a una actividad superior a la media, lo que exige mayor preparación, coordinación institucional y conciencia ciudadana.
Las tormentas tropicales y huracanes son fenómenos naturales que se originan por sistemas de baja presión acompañados de intensos vientos, lluvias torrenciales y oleajes peligrosos. Sus efectos pueden ser devastadores: desde inundaciones y deslizamientos de tierra hasta cortes prolongados de energía, daños estructurales e incluso pérdida de vidas. Frente a esto, la prevención se convierte en un deber compartido.
Prepararse es actuar antes, no durante
La experiencia ha demostrado que el impacto de estos eventos puede reducirse significativamente cuando la población está informada y actúa con tiempo. Tener un botiquín de primeros auxilios, linternas, radio portátil con baterías, agua potable, alimentos no perecederos y un plan de evacuación familiar puede marcar la diferencia en momentos de emergencia.
Asimismo, es fundamental revisar techos, asegurar tinacos, retirar objetos sueltos del entorno, podar árboles que representen peligro y reforzar ventanas y puertas. Conocer la ubicación de los refugios más cercanos y tener a mano los contactos de emergencia también es vital.
Durante la tormenta, lo más importante es la vida
Ante la inminencia de una tormenta o huracán, se debe priorizar la seguridad humana. Si las autoridades lo indican, es necesario evacuar sin demora. Permanecer en casa solo es recomendable si no existen riesgos estructurales o de inundación. Mantenerse informado a través de fuentes oficiales como el COE y ONAMET es clave para no caer en rumores o falsas alarmas.
La recuperación también requiere prudencia
Una vez ha pasado el fenómeno, es momento de evaluar daños con responsabilidad. No se debe intentar manipular cables eléctricos caídos ni ingresar a viviendas inundadas hasta que sea seguro. Verificar los sistemas de gas, agua y electricidad es esencial antes de volver a usar cualquier aparato.
Un compromiso compartido
Desde el público y el sector privado se refuerzan los protocolos de acción y prevención. Entre sus medidas están la poda preventiva de árboles, la revisión de redes eléctricas, la activación de sus planes de emergencia, y la comunicación constante con las comunidades.
Una temporada que exige unidad
La temporada ciclónica no es un problema aislado. Afecta la vida cotidiana, la economía local, el turismo y la infraestructura nacional. Pero también es una oportunidad para fortalecer la cultura de prevención, la solidaridad comunitaria y la capacidad de respuesta ante situaciones extremas.
La preparación empieza hoy. No se trata de alarmismo, sino de responsabilidad. En un país tan vulnerable como República Dominicana, donde las lluvias intensas y los vientos huracanados han dejado huellas profundas en el pasado, estar listos es más que una necesidad: es una obligación con nosotros mismos, con nuestras familias y con nuestra comunidad.
Porque ante la fuerza de la naturaleza, la mejor defensa siempre será la prevención.
