Con el inicio de la temporada ciclónica de 2025, aumentan las preocupaciones sobre la intensidad que podrían alcanzar las tormentas en un mundo cada vez más caliente. La velocidad de los vientos, el tamaño de los sistemas y la cantidad de lluvia que descargan están rompiendo patrones históricos y acercándose a límites que antes se consideraban poco probables.
En los últimos años, algunos huracanes han pasado de ser depresiones tropicales a tormentas de categoría mayor en cuestión de horas. Esta rápida intensificación ya no es una rareza, sino una señal del cambio en las condiciones atmosféricas y oceánicas. Los océanos más cálidos proporcionan mayor energía a las tormentas, mientras que el aire más húmedo y caliente alimenta la violencia de las lluvias.
Frente a estos cambios, ya se debate si la escala actual de clasificación —que va del 1 al 5— es suficiente para describir la magnitud real de algunos de estos fenómenos. Tormentas con vientos sostenidos extremadamente altos y daños catastróficos ponen en entredicho los límites establecidos hasta ahora.
Sin embargo, el verdadero peligro no siempre es el viento. Las lluvias intensas, las inundaciones y las marejadas costeras provocadas por huracanes cada vez más grandes y lentos están causando estragos, incluso cuando las tormentas han bajado de categoría. Una gran masa de agua acumulada en zonas vulnerables puede dejar consecuencias devastadoras para miles de personas, independientemente de la fuerza del viento.
El desafío va más allá de la meteorología. Las infraestructuras frágiles, la urbanización desordenada y la falta de planificación aumentan la exposición al riesgo. Prepararse para estas tormentas exige nuevos enfoques en gestión de desastres, inversión en sistemas de alerta temprana y acciones concretas para reducir la vulnerabilidad de las comunidades.
Los huracanes del presente ya no se comportan como los de hace veinte años. La naturaleza está dejando claro que los patrones climáticos están cambiando y que, si no se actúa con firmeza frente al calentamiento global, los eventos extremos del futuro podrían superar lo que hoy imaginamos.