lunes, julio 7, 2025
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Informe del BID destaca políticas de resiliencia climática para impulsar desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe

 República Dominicana es altamente vulnerable a las amenazas naturales. Solamente
los huracanes podrían generar pérdidas anuales de hasta US$ 676 millones.
 Para 2025 se prevé una actividad ciclónica muy elevada en el Atlántico, superando el
promedio de los últimos treinta años.

Las políticas de resiliencia climática pueden reducir los costosos daños producidos por los desastres y promover los objetivos de desarrollo sostenible para los países de América Latina y el Caribe. Así lo destaca el informe “Desarrollo en las Américas: Peligro y Promesa” del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), que añade que dichas políticas pueden favorecer economías más sólidas, creación de empleo e innovación. El estudio, que acaba de ser publicado, proporciona análisis detallados y recomendaciones para adaptarse a los impactos
climáticos y fenómenos extremos en las economías de la región, incluido el impulso de la resiliencia de la infraestructura, el fortalecimiento de la gobernanza y el cierre de la brecha de financiamiento climático.
Estos temas son de especial relevancia para República Dominicana, que es altamente vulnerable a las amenazas naturales. Según estimaciones del BID y del Banco Mundial, el país podría perder US$ 676 millones cada año únicamente a causa de los ciclones tropicales que, actualmente, ya ocasionan pérdidas del 2,3% de su PIB, y existe una probabilidad del 1% de
que estas pérdidas superen los US$ 13,8 mil millones (11,3% del PIB) de ocurrir un huracán de impacto catastrófico.
El aumento en la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor y las tormentas, amenaza el crecimiento económico de la región, y las zonas más pobres y las de climas más cálidos son las que más sufren. Según The Weather Company y Atmospheric G2 todo indica que en 2025 habrá una actividad ciclónica muy elevada en la
cuenca del Atlántico, donde se encuentra República Dominicana. Se espera que este año se formen 19 tormentas ciclónicas, de las cuales 9 podrían convertirse en huracanes y 4 alcanzarían la categoría 3 o superior, cantidad muy por encima de la media de los últimos 30 años.
El informe del BID hace un llamado a brindar servicios de infraestructura resilientes, que van desde el agua hasta el transporte, mediante la actualización de los sistemas existentes, la mejora de los materiales, del diseño y de las prácticas de mantenimiento, así como la integración de soluciones basadas en la naturaleza. Para hacer frente a las disrupciones en la salud, la educación, el empleo y la migración, los autores recomiendan fortalecer los sistemas de atención sanitaria, mejorar la resiliencia de los servicios públicos, proteger a los trabajadores y los empleos, y reforzar la protección social.

Las ciudades de la región, que previsiblemente experimentarán un aumento de las inundaciones, las islas de calor y los cambios en la seguridad hídrica, pueden adaptarse mejorando los asentamientos informales con sistemas de alerta temprana, programas de reasentamiento voluntarios y mejoras en los vecindarios.

El informe identifica desafíos crecientes para la seguridad alimentaria, incluida la disminución de la disponibilidad, el acceso, el uso y la estabilidad de los alimentos. Hace un llamado a una respuesta integral, que incluya la promoción de tecnologías climáticamente inteligentes, la
diversificación de cultivos y la ampliación de la cobertura de seguros agrícolas. Para cerrar la brecha de financiamiento climático, el estudio del BID señala la movilización De recursos, aprovechando las inversiones del sector privado y el financiamiento internacional de bajo costo, y analiza las políticas fiscales necesarias para mejorar la resiliencia y la sostenibilidad.
Según el informe, las políticas climáticamente sostenibles ofrecen oportunidades para reducir los costos de energía, impulsar la productividad, fortalecer la infraestructura, mejorar la protección social y la calidad ambiental, y apoyar la buena gobernanza. Por ejemplo, mejorar la
gestión del riesgo de desastres puede liberar recursos para fines de desarrollo, ya que evitar los daños económicos de los desastres reduce sus efectos negativos sobre el crecimiento.

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