El Gran Combo de Puerto Rico, denominado entre otros nombres, como la Universidad de la salsa, grabó y llevó al éxito las hojas blancas. Este excelente tema musical, autoría del compositor y cantante Roberto Angleró Pepin e interpretado magistralmente por Andy Monañez, es una especie de reconocimiento a los años ido, eso que dejan su pintura blanca o canas en los cabellos.
Si avanzamos o agotamos el ciclo biológico, existe la certeza de que nos identificaremos con estas letras, al menos en el significado de su título. Y siendo así, estaríamos alcanzando la edad de los abuelos, etapa donde la sabiduría, amén de algunas partes degenerativas, se manifiesta con mayor profundidad.
Mirar hacia atrás, luego de recorrer ese largo camino, denominado vivencias, puede ayudar a comprender mejor algunas cosas. El abuelo es sinónimo de pragmatismo, serenidad y memoria de aquellas cosas desconocidas para la juventud. Tomar en su fuente, ayuda a comprender el origen de muchas cosas; el presente y hasta lo que ha de venir a partir de los escalones evolutivos.
El recuerdo de algunos de los abuelos, siempre llegará en forma de nostalgia, encargándose en muchos casos, de llevarnos a reflexionar sobre cosas que hacemos o queremos hacer, sirviendonos de guías aun en la separación material. Si acaso, lo tenemos entre nosotros, vale la pena echarse sus conversados con ellos, su voz no es improvisación, es la pura y necesaria experiencia.
El mundo es cambiante, sin embargo, existen los puntos de partida de todo lo que existe, los caminos recorridos; es ahí donde se pierden unos cuantos de poca edad, al intentar desechar los conocimientos que les anteceden, como si el presente no tuviera visión en la retaguardia.
La sabiduría de los mayores, es en términos simbólicos, unos ojos que observan desde una montaña muy alta, la parte baja donde caminan los de poca experiencia. Su rango es amplio, mismo que le permite abarcar lo que está más abajo y ayudarle a subir sin mayores dificultades, siempre que se les entienda en su dinámica.
Los errores humanos, siempre estarán presentes, son consustanciales a la vida. Siendo así, los que han acumulado experiencia, como es el caso de los abuelos, como punto de mayor madurez, serían los indicados, los sabios consejeros por antonomasia para lo que está y lo que viene.
Cuidemos a los abuelitos, seres excepcionales, no sólo por ser progenitores de nuestros padres, sino por lo que significa su amor y sabiduría en el desarrollo de los que inician.
Veneremos sus memorias si se han marchado, celebremos sus hojas blancas o canas, si permanecen entre nosotros.
Por: Onofre Salvador Fulcar