Por Jorge Amado
Ayudadnos a construir puentes! Con ese primer mensaje León XIV da inicio a su pontificado y anuncia a la feligresía cual será la característica principal de su ejercicio como líder supremo de la Iglesia Católica: Promover los lazos que sirvan para extender la paz entre los pueblos y detener la animadversión. Mensaje espiritual, que nos guía y alienta, y se hace cada vez más necesario en un mundo de hoy tan convulsionado.
La incertidumbre e intolerancia, los enfrentamientos bélicos, económicos y étnicos han recobrado fuerza en la postpandemia, muy contrario a lo que esperábamos como sociedad luego de vivir esa terrible crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19. Cuando no podemos manejar nuestras emociones de manera adecuada, se altera nuestro comportamiento y se van cultivando en nuestra personalidad actitudes peligrosas para la convivencia, como son los sentimientos de miedo y odio. Todo esto, sumado a los discursos de incitación al odio difundidos por personajes de dudosa salud mental y que se esparcen cada vez más a través de plataformas y redes sociales, instalándose entre los seres humanos, ha sentado las bases para crear un cuadro alarmante.
Las campañas de incitación al odio son muy peligrosas. En la Alemania nazi, la campaña ideada por Joseph Goebbles se basó en una propaganda de tal dimensión que se convirtió en uno de los factores que más contribuyó a avivar el odio hacia los judíos y que preparó el contexto para esa horrenda exterminación.
De ahí la necesidad de lideres que con su mensaje nos guíen y ayuden a crear las capacidades emocionales que nos permita tomar decisiones y manejar las emociones con equilibrio, fortaleza y estabilidad, y poder enfrentar los problemas que a diario se nos presentan de manera pacífica. Pero sobre todo que nos de la fortaleza necesaria para contrarrestar esos discursos cargados de resentimiento.
En su libro Dignos de Ser humanos, Rutger Bregman afirma que los humanos solo necesitamos un estímulo para variar nuestro comportamiento. Luego de relatar lo ocurrido en la Nochebuena del 1914 cuando en medio del conflicto militar en Europa, soldados alemanes y británicos salieron de sus trincheras a compartir una noche de paz y a intercambiar regalos, reflexiona afirmando que ¨si nos enterramos en nuestras trincheras perdemos de vista la realidad y acabamos convenciéndonos de que una pequeña minoría envenenada de odio es representativa de toda la humanidad.
Es imperativo que nuestros líderes (políticos, religiosos, empresariales) se unan al papa en esa construcción de puentes y contribuyan a difundir mensajes de solidaridad, respeto y esperanza para que sean más fuertes los lazos que nos unen y más firme la voluntad para rechazar el odio. Ejemplos tenemos de líderes mundiales que han luchado con un discurso pacifista y han logrado transformaciones importantes. Gandhi y su lucha pacífica por la igualdad y la independencia de su país; Mandela en Sudáfrica, contra el apartheid; el recién fallecido Pepe Mujica en Uruguay, que, a pesar de haber sido un miembro activo de las guerrillas, se convirtió en un político de diálogo y consenso; Juan Manuel Santos, Premio Nobel de la Paz por su estrategia para combatir las FARC sin tomar las armas; y aquí en el país, nuestro Peña Gómez y su inolvidable perdón de 1998.