LA SOCIEDAD VA A RECONECTAR CON LAS ORGANIZACIONES POLÍTICAS EN LA MEDIDA QUE ESTABLEZCA TRES PILARES EN SU ACCIONAR: TRANSPARENCIA, RENDICIÓN DE CUENTAS Y UN RÉGIMEN DE CONSECUENCIAS
Nuestra democracia se caracteriza por ser representativa. Elegimos ciudadanos para que ocupen puestos públicos, con el mandato que actúen en nuestro nombre y por el bien de nuestro país, con eficiencia, responsabilidad, honestidad y orientados a resultados positivos.
Ahora bien, para que estas ciudadanas y ciudadanos alcancen posiciones electivas por medio del sufragio, la vía más convencional es la de los partidos políticos reconocidos por la Junta Central Electoral, organizaciones que proponen a sus militantes para que figuren en las boletas electorales.
De allí se deriva la importancia que los partidos políticos tienen en la construcción de nuestra democracia. En ese sentido, el sostenimiento de los derechos políticos tiene que ver con la confianza que la ciudadanía en general pueda depositar en estas organizaciones, con el propósito de que hagan las mejores propuestas, presenten los mejores programas de gobierno a nivel local o nacional e indiquen sus agendas legislativas.
Entonces, ¿cómo pueden los partidos políticos generar niveles de confianza que permitan a los electores tomar decisiones informadas y conscientes? Propongo tres factores fundamentales que, de ser aplicados, contribuirán al fortalecimiento y avance del sistema de partidos en general, lo que a su vez incrementará de forma positiva la percepción general de las instituciones que participan en los certámenes electivos.
Transparencia
¿Cómo operan los partidos políticos? ¿De qué manera toman sus decisiones? ¿Cómo eligen a sus líderes, dirigentes y/o ejecutivos? Además de publicar sus estatutos, los cuáles definen los modelos de gestión de las organizaciones políticas, es relevante que se publiquen las actas de tomas de decisiones, los estados financieros con carácter trimestral y la nómina.
Ya que los partidos políticos se financian con fondos públicos, de acuerdo con los niveles de votación obtenidos en las elecciones generales anteriores, están llamados a transparentar, aún más, sus operaciones institucionales, económicas y financieras, puesto que los ciudadanos de las nuevas generaciones se interesan, en verdad se interesan, por saber qué hacen con sus impuestos las organizaciones que forman parte del sistema político.
Transparentar con generosidad, sin titubeos, manda el mensaje implícito de que no hay nada qué esconder. Cuando esa idea se instaura, la confianza es la consecuencia natural.
Rendición de cuentas
Al momento de emprender un proyecto como, por ejemplo, la construcción de un centro de formación política, las organizaciones partidarias tienen la responsabilidad de presentar, centavo a centavo, las inversiones que se llevan a cabo con fines de realizar la obra.
Lo mismo ocurre con los grandes eventos, como organizaciones de asambleas o los mítines. Si las dirigencias de los partidos publican en sus canales digitales lo que cuesta, punto por punto, estos actos, tanto los partidarios actuales, como los ciudadanos desvinculados de estas instituciones, valorarán las buenas gestiones económicas que tienen lugar.
Así debe ocurrir con todo a lo interno de los partidos. Por cada proyecto, la rendición de cuentas debe ser un punto clave.
Regímenes de consecuencias
¿Qué pasa cuando un integrante del partido falta a la ética o a la ley? Las consecuencias deben ser definidas y aplicadas en el marco de un debido proceso que conserve los derechos de los señalados.
¿Perdería la confianza la ciudadanía en un partido con algunas manzanas podridas? No necesariamente, si la institución toma los correctivos de lugar, aplica sanciones, coloca informaciones a disposición de la justicia de ser el caso y refuerza sus controles para que el hecho en cuestión no ocurra de nuevo.
Incluso, los partidos deben contar con sus propios contralores internos con independencia de investigar a quien sea, para evitar que los escándalos se filtren a la opinión pública.
De igual forma, militantes del partido que sea, elegidos o no, tienen que afrontar sus responsabilidades individuales relativas a hechos reñidos con la ley que se les imputen. Quien la hace, debe pagarla.
Es de monumental importancia que los partidos se fortalezcan y con ellos la democracia, para evitar que el posible hartazgo de la población con el sistema político representativo lleve al país a rumbos indeseados. De esta forma es que podemos evitar que populistas sin vocación de Estado, pero que dicen lo que el electorado “quiere oír”, aunque carezca de lógica, asalten las posiciones electivas de autoridad, en perjuicio de todos.