En un giro significativo de la política internacional, cuatro países —Reino Unido, Australia, Canadá y Portugal— anunciaron este domingo el reconocimiento oficial del Estado palestino, una decisión que marca un nuevo capítulo en la búsqueda de una solución al prolongado conflicto en Medio Oriente.
El primer ministro británico subrayó que “el momento ha llegado” para respaldar la creación de un Estado palestino viable que conviva de manera segura junto a Israel. Según afirmó, este reconocimiento busca mantener viva la posibilidad de una paz duradera basada en la fórmula de los dos Estados, en un contexto marcado por la intensificación de la violencia en Gaza y Cisjordania.
Canadá fue el primero del grupo en dar el paso, seguido poco después por Australia y Reino Unido, que coincidieron en presentar un frente común en favor de una salida negociada al conflicto. Más tarde, Portugal se unió al anuncio, defendiendo que la coexistencia pacífica entre Israel y Palestina es la única vía para alcanzar la estabilidad en la región.
La decisión ha generado reacciones inmediatas. Mientras los palestinos celebraron el respaldo como un avance simbólico hacia el reconocimiento pleno de sus derechos, Israel condenó la medida, alegando que representa un premio para grupos radicales como Hamás. El gobierno de Tel Aviv reiteró que no aceptará la creación de un Estado palestino al oeste del Jordán y que continuará con sus planes de asentamientos en Cisjordania.
Estados Unidos, por su parte, se distanció de la postura de sus aliados y reafirmó que “no tiene planes” de sumarse a este reconocimiento, aunque insistió en la necesidad de seguir promoviendo el diálogo entre las partes.
En el terreno, las reacciones son mixtas. Para algunos palestinos en Ramala y Gaza, se trata de un paso alentador que podría abrir la puerta a un mayor respaldo internacional. Otros, en cambio, lo consideran insuficiente y temen que quede en un gesto meramente simbólico sin impacto real frente a la ocupación militar y la crisis humanitaria.
El reconocimiento de Palestina por parte de estas naciones del G7 y de Europa representa, sin duda, un fuerte mensaje político. Aunque no cambia de inmediato la realidad sobre el terreno, sí refuerza la presión internacional hacia la búsqueda de una solución negociada que ponga fin a décadas de enfrentamientos y abra el camino hacia una paz justa y duradera.