lunes, noviembre 25, 2024
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República Dominicana, liderando Latinoamérica.

En la infame y turbulenta época de 1960, la República Dominicana era un paria a nivel
internacional, hecho motivado por el accionar del sátrapa que, en aquel momento benefactor de la patria regía nuestro país a sangre y fuego. Ese mismo año, luego del frustrado intento de asesinato del presidente venezolano Rómulo Betancourt, en la VI Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores celebrada por la Organización de Estados Americanos en agosto de 1960 en San José de Costa Rica, se impusieron diversas sanciones contra la República Dominicana que dieron al traste con la ruptura de nuestras relaciones diplomáticas y el retiro de los embajadores de todos los miembros pertenecientes al organismo internacional.

Luego del ajusticiamiento del dictador y la traumática salida de los remanentes del régimen, se realizaron las primeras elecciones libres y democráticas en 50 años, donde se encendió una llama con la elección del Dr. Juan Bosch a la presidencia, quien, antes de juramentarse, realizó un recorrido internacional donde pudo concitar encuentros con los mayores líderes de la época, tales como John F. Kennedy, Charles de Gaulle, Konrad Adenauer y Harold MacMillan.

Esta llama de esperanza de una nueva época de desarrollo y alianzas internacionales para
nuestro país se extinguió con el derrocamiento de nuestro presidente legítimo y la posterior
invasión norteamericana. La política internacional durante los 12 años de Balaguer, como
secuela de la invasión, estuvo caracterizada por una subordinación exclusiva a los intereses
de Washington, una diplomacia muy cauta, discreta y hasta cierto punto pasiva, iluminada
un poco en el segundo período de Balaguer (1970 -1974) por los esfuerzos del canciller Víctor Gómez Bergés.

Uno de los pocos y muy funestos hechos diplomáticos relevantes de ese período fue la primera y única oportunidad que ha tenido la República Dominicana de contar con un Secretario General de la OEA, justamente con el Sr. Gómez Bergés en el año 1975, cuando Emilio Rabasa, canciller de México, y Gonzalo Facio, de Costa Rica, lo postularon como candidato al organismo interamericano. La popularidad de este joven canciller provocaba recelo en el Doctor, viéndolo como una amenaza a sus aspiraciones y como un posible candidato para las elecciones de 1978; por consiguiente, Balaguer, como era su naturaleza, impidió su elección.

Ya en 1978, con la llegada al poder del PRD encabezado por Antonio Guzmán, se volvía un
requerimiento obligatorio reformar nuestra estrategia diplomática. Sin embargo, la falta de
una coordinación articulada dentro de la propia cancillería y organismos del Estado
involucrados con la política internacional malogró este objetivo.

Posteriormente, en 1982, con la llegada de Jorge Blanco a la primera magistratura, se
concretaron ciertos avances y aciertos, como la elección del Dr. Eduardo Latorre a la
Secretaría Ejecutiva del Geplacea y la política de «Plan de intensificación de relaciones con los países del Caribe», donde se pudieron abrir 11 nuevos horizontes latinoamericanos, aunque estos esfuerzos no fueron suficientes para relanzar la política internacional de un país socavado por la devaluación y obligado a firmar un acuerdo con el FMI.

En 1986, con el retorno del Dr. Balaguer a la presidencia, se dinamizó en cierta medida la
diplomacia dominicana, quizás por los eventos internacionales originados en este período,
como la caída del Muro de Berlín o la disolución de la Unión Soviética. El nuevo escenario
del 1996, en un momento de globalización y cooperación, encontró a la República
Dominicana con un nuevo gobierno y un joven Leonel Fernández a la cabeza.

La responsabilidad de nuestras relaciones exteriores recayó sobre el Dr. Eduardo Latorre,
quien definió los tres nuevos ejes a impulsar: participación, multilateralismo e
institucionalidad. Para esta nueva gestión se propició una necesaria reformación y
profesionalización de nuestra cancillería y el cuerpo diplomático en el servicio exterior. Se
afianzó nuestra posición en el área del Caribe, teniendo como cúspide de esta gestión la
Cumbre Extraordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno de Centroamérica de 1998.

En el regreso del PRD de la mano de Hipólito Mejía, el escenario internacional estuvo marcado por el fatídico atentado a las Torres Gemelas. En esta gestión se fomentaron diversos acuerdos a nivel internacional, culminando con la firma del DR -CAFTA en el a ño 2004. En los posteriores gobiernos consecutivos del Dr. Leonel Fernández (2004 -2012) se inició una agenda diplomática con miras al posicionamiento de la República como estado imparcial frente a las corrientes del momento, con una exposición mediática intensa y diversa, teniendo nuestro país diversas participaciones de conciliación en los conflictos regionales. El logro más recordado de esta gestión fue la XX Cumbre del Grupo de Río celebrada el 7 de marzo de 2008 en la República Dominicana, donde el presidente Fernández, como mediador, logró sorpresivamente un abrazo de distensión entre el presidente Uribe y sus pares latinoamericanos Chávez y Correa.

Los gobiernos subsiguientes de Danilo Medina (2012 -2020) se caracterizaron por mantener el espacio de neutralidad en el espectro latinoamericano, donde se realizaron diversas cumbres de organismos internacionales en el país y se realizó un diálogo en el año o 2017 entre el gobierno y la oposición venezolana que, de manera lamentable, resultó infructuoso.

Ahora, si el lector ha estado atento al desarrollo internacional de nuestro país, podrá darse
cuenta de que la República Dominicana no se ha caracterizado por su iniciativa internacional. Por ello, entiendo necesario valorar la gestión del presidente Luis Abinader, que no solo ha propiciado la profesionalización de nuestro cuerpo diplomático, sino que ha cimentado el liderazgo regional de nuestro país, sacando a la nación de su neutralidad y llevándola a la principalía de Latinoamérica.

La posición de la Republica empieza a cambiar con la creación de la Alianza por el Desarrollo en Democracia (ADD), iniciativa impulsada por el gobierno dominicano que englobó en un primer momento a Panamá y Costa Rica, a la cual posteriormente se ha sumado Ecuador, representa un esfuerzo mayúsculo de parte de nuestro país para el relanzamiento de la cooperación regional y un espacio de encuentro para países con intereses comunes de defensa de los derechos de los ciudadanos de toda la región.

El punto de inflexión de nuestra política exterior se produjo el 16 de agosto de 2024 cuando nuestro canciller Roberto Álvarez, con jefes de Estado y jefes de misión respaldándole, leyó la Declaración Conjunta sobre los resultados electorales en Venezuela, firmada por 23 países de América, Europa y África, donde nuestra nación, de una vez y por todas, se erige al frente de la comunidad internacional, sin pasividad, sin neutralidad, sentando posiciones claras y concisas en defensa de los principios democráticos y la libertad.

Ya ha iniciado el mejor período de nuestra diplomacia; la suerte está echada, hemos cruzado el Rubicón y no es momento de retroceder.

Carlos Juan Espinal López, abogado y servidor público.

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