El centrista Rodrigo Paz se perfila como el próximo presidente de Bolivia, tras imponerse en la segunda vuelta electoral con el 54% de los votos frente al 45% de Jorge Tuto Quiroga, según los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE). La victoria marca el fin de casi dos décadas de gobiernos de izquierda encabezados por el Movimiento al Socialismo (MAS), fundado por Evo Morales.
Paz, senador de centro derecha de 58 años, había liderado también la primera vuelta celebrada en agosto. Su enfoque combina la continuidad de programas sociales con el impulso al sector privado, en contraste con la propuesta de Quiroga, quien prometía un ajuste económico profundo y la privatización de empresas estatales deficitarias.
Durante su campaña, Paz anunció un acuerdo de cooperación económica con Estados Unidos por 1.500 millones de dólares para garantizar el suministro de combustibles, mientras que Quiroga buscaba un rescate internacional de 12.000 millones de dólares. La diplomacia estadounidense se mostró optimista: el secretario de Estado, Marco Rubio, destacó que ambos candidatos buscaban mejorar las relaciones con Washington, tras años de liderazgo antiamericano.
El descontento con el MAS fue evidente desde la primera vuelta. La inflación alcanzó el 23% este año, la escasez de combustibles y dólares afectó la demanda interna y las exportaciones de gas natural, históricamente motor económico del país, se desplomaron, debilitando la moneda y limitando las importaciones.
Analistas internacionales consideran que las elecciones representan un punto de inflexión histórico. “Bolivia se encamina hacia una nueva dirección”, señaló Glaeldys González Calanche, del International Crisis Group, refiriéndose a la transición hacia políticas económicas más conservadoras y relaciones más estrechas con Estados Unidos, semejantes a las de gobiernos de los años 90.
Con la victoria de Paz, Bolivia inicia un nuevo capítulo político y económico, donde la combinación de crecimiento privado y mantenimiento de programas sociales será clave para estabilizar un país que ha vivido profundas transformaciones en las últimas dos décadas.
