Por primera vez en casi cinco siglos, la Iglesia de Inglaterra eligió a una mujer como su máxima autoridad espiritual. Sarah Mullally, de 63 años, fue nombrada Arzobispa de Canterbury, convirtiéndose en la clériga número 106 en ocupar este cargo y en la primera mujer en hacerlo desde la creación de la institución en el siglo XVI.
El Arzobispo de Canterbury —ahora Arzobispa— es considerado el líder espiritual de la Comunión Anglicana mundial y una figura de gran peso en la vida pública británica. Además de su rol pastoral, ocupa un escaño en la Cámara de los Lores, desde donde participa en debates sobre temas sensibles como libertad religiosa, salud pública o políticas de inclusión social.
En sus primeras declaraciones tras la designación, Mullally reconoció la magnitud del reto y aseguró que afronta esta responsabilidad con “paz y confianza en que Dios la guiará”.
Una trayectoria marcada por hitos
Antes de su ordenación como sacerdotisa en 2002, Mullally ya había hecho historia al convertirse en la jefa de enfermería más joven de Inglaterra en 1999. Posteriormente, en 2018, fue nombrada primera Obispa de Londres, cargo que ocupó durante siete años. Su perfil ha estado siempre ligado al compromiso con la igualdad y ella misma se define como feminista.
El camino de las mujeres dentro de la Iglesia de Inglaterra ha sido complejo. No fue sino hasta mediados de los años noventa cuando pudieron ser ordenadas sacerdotisas, y recién en 2014 se abrió la posibilidad de que llegaran al episcopado. A pesar de ello, Mullally desafió los pronósticos y alcanzó la más alta jerarquía de la institución, en un contexto donde aún existen sectores que rechazan la presencia femenina en el clero.
Un nombramiento tras la crisis
La designación de Mullally se produce tras un período convulso para la Iglesia de Inglaterra. El puesto estuvo vacante casi un año después de la dimisión de Justin Welby, criticado por su gestión de un escándalo de abuso sexual que sacudió al país y generó llamados a una profunda reforma institucional.
Retos y posiciones firmes
Desde su nuevo cargo, Mullally deberá afrontar debates complejos tanto dentro como fuera de la Iglesia. Ha tenido un papel clave en la discusión sobre la bendición de matrimonios entre personas del mismo sexo, calificando la decisión de permitirla como “un momento de esperanza”, aunque reconociendo que el tema sigue dividiendo a la comunidad anglicana.
En el ámbito legislativo, su voz también será decisiva. Como miembro de la Cámara de los Lores, deberá participar en la votación del proyecto de ley sobre la muerte asistida. Fiel a su postura, se opone a esta iniciativa y aboga en cambio por un fortalecimiento de los cuidados paliativos.
Significado histórico
Aunque el rey Carlos III ostenta formalmente la jefatura de la Iglesia de Inglaterra, es la Arzobispa de Canterbury quien ejerce la autoridad espiritual y el liderazgo efectivo sobre los 20 millones de miembros bautizados en el mundo anglicano. Con este nombramiento, Sarah Mullally no solo rompe un techo de cristal dentro de la Iglesia, sino que marca un antes y un después en la historia religiosa y social del Reino Unido.