Por Jhanel Ferreras.
105 minutos después de sumergirse el domingo 18 de Junio, el Titan perdió comunicación y navegación al mismo tiempo, una terrible posibilidad del evento catastrófico como la implosión.
Los 5 tripulantes coincidian por su amor a los recursos costeros y marinos. El fundador de Oceangate Stockton Rush, Shahzada Dawood, Suleman Dawood, Hamish Harding y Paul-Henri Nargeolet, jamás pensaron que su muerte estaría amarrada a la mística y tenebrosa misión de conocer el naufragio del Titanic a casi 4000 metros de profundidad.
Los fallecidos posiblemente ni se enteraron de lo que pasó, la implosión se da en una milésima de segundo y sus frágiles cuerpos colapsan al instante, es una muerte menos dolorosa de quedar sin oxígeno en el frío y oscuro fondo del mar.
La tregedia del Atlántico Norte, precede a otro catastrófico naufragio, el del mediterráneo donde casi 600 personas murieron en busca de conquistar un sueño por su libertad.
Al final el mundo estará doblemente marcado, pues sufren los que pierden un ser querido sin importar las condiciones, razas, ni motivos.
Todos partieron detrás de un sueño, centenares por alcanzar mejores condiciones de vida, y otros cinco por cumplir sus sueños después de acumular una vida plena.
La humanidad tiene la difícil tarea de conocer las profundidades del océano, que al parecer será más difícil que explorar el espacio y otros planetas.
Ambas tragedias plantean la cruda verdad sobre las clases sociales y la brecha entre unos y otros, mientas unos pocos podrían pagar 250,000 dólares por una excursión, miles se tiran a la mar por ganarse 250 dólares al mes.