martes, mayo 21, 2024
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La Década Perdida: a 11 años del terremoto en Haití y su vinculación con la situación de emergencia que se vive en el presente.


En los últimos días hemos visto cómo nuestra relación con nuestra vecina nación se ha ido resquebrajando lentamente en una espiral de acciones decisivas que han generado una crisis socio política con pocos precedentes históricos y muy diferente a lo vivido durante el terremoto del año 2010, por lo que no existe un precedente actual al cual podamos remontarnos para buscar una solución y que preocupa a la gran mayoría de los nacionales de ambos países.
Desde el magnicidio del Presidente Jovenel Moïse el 7 de julio del presente año, nuestra hermana nación se ha visto sumida en un ambiente oscuro, funesto y poco esperanzador que no solo afecta a la Rep. Dom. y demás islas del Caribe sino que afecta a toda América. Ejemplos tenemos de sobra en los últimos años con las deportaciones masivas de ilegales haitianos desde Chile, Brasil, Estados Unidos, Canadá, México, y otros.
Esta situación social nos deja con pocas opciones legítimas que realizar como país y sumándonos al mensaje del Presidente Abinader, en su discurso ante los miembros de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ̈no existe solución dominicana a la crisis de Haití .̈ [1] Esto es más que indudable, si nos remontamos al año 2010 encontramos que luego del terremoto ocurrido en Puerto Príncipe, las ayudas que se proporcionaron por parte del Estado dominicano a esta nación no fueron suficientes para generar el clima de estabilidad social necesario para que se estableciera una democracia real.
Si, fueron convocadas las elecciones donde se eligieron presidentes en esta nación, pero la realidad es que el reconocimiento de legitimidad por parte del pueblo haitiano era poco por no decir nulo. De 11 millones de habitantes [2] solamente poco más del millón de personas ejercieron el uso del sufragio en lo que fueron dos rondas electorales (año 2015 y 2016). Otra cifra que llama la atención son los fondos que fueron levantados tras el terremoto de Haití, un total de 5,300 millones de dólares donados por la comunidad internacional [3]. En su momento, esto parecía un rayo de luz ante la situación del terremoto. De hecho, el mismo gobierno haitiano de la época estimó que la reconstrucción de Haití costaría alrededor de 11,500 millones de dólares [4] (Ayuda humanitaria e infraestructura), por lo que la cifra recaudada representaba un 50% de los costes de reconstrucción.
¿Pero qué ocurrió con estas donaciones?
Para nadie es un secreto que luego del terremoto del 2010, Bill Clinton fue designado ̈Copresidente de la Comisión Interina para la Reconstrucción de Haití ̈. El diario Wall Street Journal, de la época menciona que ̈el Departamento de Estado empezó a dirigir a los interesados en competir por contratos para la reconstrucción del país a la Fundación Clinton ̈[5]. Por lo que podemos ver, existe un patrón importante en la administración de dichas ayudas, dicho patrón son las constantes denuncias y controversias sobre irregularidades en el manejo de los fondos. Sin entrar en especulaciones, sea lo que sea que se generó de esas ayudas, las mismas no rindieron frutos y por lo tanto las promesas de

reconstrucción, desarrollo, autonomía y mejoramiento que tenía la población haitiana fueron decayendo generando incertidumbre, algo que, evidentemente se ve reflejado en la migración ilegal que hemos visto en la última década.
Sin embargo, existe otro factor interesante: La confianza de la gente en la Fundación Clinton fue decayendo al momento de que no se tomaban en cuenta a los constructores locales, quienes en un momento pensaron que sus empresas serían usadas en el plan de reconstrucción y con esto se traería un incentivo a la empleomanía nacional. Claramente es de entender, que la falta de profesionales y técnicos capacitados no era la mejor. Lo que cuesta entender es por qué no se incentivó un cambio de adentro hacia fuera. Menos del 1% de la ayuda humanitaria que se recibió fue administrado por el gobierno u organizaciones haitianas, mientras el 99% de los contratistas gestionados fueron empresas extranjeras y ONG ́s internacionales, lo que degenero en que solo un 2,5% [6] de las contrataciones de ayuda y reconstrucción fueron acaparadas por empresas nacionales.
La respuesta más evidente a este plan de acción y su ejecución es que no existió nunca un clima de confianza con el gobierno nacional y los entes privados que administraron los fondos donados. Esto degeneró en que esas ayudas salieran de Haití y solo quedara la infraestructura construida. Evidentemente esto pasaría y es que, si algo la historia nos ha enseñado es que la estabilidad sociopolítica de este país es nula, lo que se traduce en un clima de desconfianza en las empresas nacionales. Esto genera un estancamiento en el desarrollo de capital humano especializado por lo que nos lleva al problema principal de Haití, la autosostenibilidad.
Papel de la ONU y la MINUSTAH
Los esfuerzos para lograr dicha auto sostenibilidad datan de años posteriores al terremoto del 2010. El establecimiento de una Misión de estabilización enviada por las Naciones Unidas en Haití en el año 2004 y que fue prolongada hasta el 2017, tenía el objetivo de crear una democracia estable mediante el establecimiento de elecciones libres. Además, la creación de una policía militar que pudiese generar estabilidad nacional que fuese entrenada por militares de diversas divisiones del mundo asignados a este organismo internacional. [7]
El balance de la misión de la MINUSTAH no puede concluirse sin mencionar los incidentes que marcaron el fracaso de la misma ante los ojos de la comunidad internacional y del mismo pueblo haitiano (pueden acceder a este link para ampliar más sobre el tema) [8].
El establecimiento de elecciones posterior al terremoto en el año 2011 (no exentas de acusaciones de fraude electoral), contribuyó en cierta parte a generar cierto clima de positivismo. Esto claramente se despejo tiempo después con la llegada a la presidencia de Michel Martelly quien gobernó durante 5 años (2011-2017) con grandes críticas por no poder resolver los conflictos internos de su país.
Posterior a esto se organizaron las elecciones del 2015 bajo acusaciones de fraude que degeneraron en más desestabilización y protestas obligando a postergar las elecciones hasta el año 2016 terminando electo Jovenel Moïse y asumiendo el cargo en el año 2017.
Estos elementos sumados a los problemas creados por la desconfianza a las ONG ‘s extranjeras fueron factores determinantes para que se generarán grupos paramilitares en la

vecina nación y es que la desesperación en su máxima expresión conlleva a la búsqueda de soluciones de supervivencia poco comunes. De aquí es que se crea el concepto de liderazgo negativo al que se enfrenta el estado haitiano y que tanto teme el gobierno dominicano, las famosas bandas que manejan espacios urbanos y rurales que ya no se encuentran en posesión del Estado Haitiano.
¿De dónde vienen las bandas que operan en Haití?
La creación de estas bandas comienza en el año 1996 con una importancia mínima en el acontecer nacional de este país, el accionar de las mismas en ese momento fueron los ajustes de cuenta entre particulares. Para los años 2003 y 2004, esto fue cambiando a raíz de la caída del régimen de Jean Bertrand Aristide, lo que para muchos fue una manera de implementar venganzas a favor de los militantes del expresidente.
Es importante que sepamos que los líderes de estas bandas violentas no son bandidos sino militantes fanáticos de grupos políticos que eran apoyados por los presidentes de turno. Existen diversos ejemplos de esto, como el de Jean Claude Duvalier (1971) con los Tonton Macoutes, Aristide durante el periodo de 1993 y 2001, utilizaba a los Chimères.
Sin embargo, se señala un punto de inflexión al momento de que Michel Martelly (2011-2016) toma el poder y el aumento indiscriminado de armas ilegales al país y posteriormente con el fallecido Jövenel Moise se deteriora aún más la situación donde las bandas afines a este se fortalecieron.
La creación de algunos de estos grupos también se encuentra vinculados a parlamentarios que necesitaban protección para sus intereses económicos y esto degeneró en una situación de pelea de poder donde no existe retorno. Se estima que existen 200 bandas en todo el país compuestas por miles de personas y esto nos lleva hasta el nombre de una de las bandas más influyente en los últimos meses: el G9 perteneciente a Barbacue. Este grupo se encuentra aliado con otras bandas más pequeñas de Puerto Príncipe.[9]
Por otro lado, tenemos a los 400 mawoso la cual es una banda rural y que ahora se encuentra instalada en una zona de la capital y que comenzó robando ganado pero que hoy en día secuestran misioneros que son torturados hasta la entrega de los valores económicos que estos exigen [10]. Hasta el momento se sospecha que fueron los responsables del secuestro de 17 personas (16 ciudadanos estadounidenses y 1 canadiense perteneciente a un grupo de misioneros de Ohio).
Estas bandas no solo participan de actos delictivos y sería una necedad pensar que actúan de manera aleatoria, todo lo contrario. En los últimos meses hemos visto cómo sus acciones son coordinadas y aparentemente tienen fines políticos.
Con el control de los combustibles, secuestros, grabaciones donde muestran contenido social ganando simpatizantes, estamos ante el nacimiento de un movimiento político subversivo y violento que tiene la finalidad de sustituir al Estado presentando una imagen de seguridad para los que se encuentran en su zona, remitiéndose nuevamente el ciclo de lucha de poder que ha prevalecido en la historia de nuestra vecina nación.

¿Existe algo que podamos hacer como República Dominicana?
La realidad es que no queda mucho por hacer que no sea promover la empatía y el entendimiento entre los ciudadanos de ambas naciones, algo que no es sencillo debido a las graves diferencias culturales y de desarrollo. Sin embargo, aún queda en la memoria colectiva dominicana el esfuerzo realizado como país durante varios años en la reconstrucción de Haití luego del terremoto y las muestras de solidaridad que ocurrieron durante estos primeros años.
La memoria histórica nos deja entrever la participación activa del Estado dominicano y organizaciones civiles ayudaron a remover escombros, creación de centros de acopio, donaciones masivas de suministros y dinero, instalación de equipos de telecomunicaciones, instalaciones de comedores económicos, equipos de rescate, apertura de centros de asistencia médica, donaciones de sangre, maratones para recaudación de fondos y desplazamiento de madres dominicanas para amamantar infantes haitianos recluidos en centros hospitalarios.
Todo esto que mencionamos se encuentra en un panorama totalmente distinto en la actualidad, cierre de fronteras, incomunicación entre los gobiernos (claramente la falta de un gobierno legítimo no ayuda), verificación del estatus migratorio de los inmigrantes estudiantiles mediante la suspensión de visas y readecuación de las gracias otorgadas, solo permitir atención médica en casos de emergencia de inmigrantes irregulares y el ingreso de mujeres extranjeras en estado de gestación, aplicación de la cuota laboral nacional del 80% de nacionales dominicanos (Código Laboral Dominicano), auditoría del Plan Nacional de Regularización (otorgado durante el periodo de gobierno del año 2016/2020) y el establecimiento de oficinas del Consejo Nacional de Migración en todo el territorio nacional para identificar a los extranjeros. [11]
Por último, el reforzamiento de la vigilancia fronteriza con el despliegue de 12 mil miembros de las Fuerzas Armadas mediante el establecimiento de la operación Gavión que busca reforzar la Seguridad Nacional por aire, mar y tierra.
Es importante resaltar que todas estas medidas se están ejecutando tras una reunión consensuada con la mayoría de los partidos políticos y sus representantes en un llamado a diálogo por parte del poder ejecutivo que trajo un consenso político previo a la toma de decisiones.
De hecho, deberíamos de sentirnos bastante orgullosos de que a pesar de la ocasión nuestros partidos políticos dejan de lado sus diferencias cuando se trata de la preservación de nuestra hegemonía nacional y mucho más ahora que la comunidad internacional nos da la espalda ante esta creciente problemática.
Soluciones
No existe nadie mejor preparado que el pueblo haitiano para saber lo que realmente necesita, luego de esto, debemos de enfocarnos en generar una democracia sostenible en este espacio de la región. Tarea que no depende de la República Dominicana sino de las grandes potencias que le han dado la espalda, algunos mencionan a Francia, otros a Canadá y de manera conjunta a los Estados Unidos, pero de lo que no hay dudas es que se necesita un

esfuerzo unificado de parte de la comunidad internacional que cimente desde la realidad haitiana una democracia reconocida y avalada por su pueblo.
Algunos mencionan la necesidad de crear un ejército debido al fallo de la supresión del mismo en el año 1994, pero luego de haber tomado esta iniciativa, entendemos que lo correcto sería mejorar su policía para que sea un modelo similar al de Costa Rica, pero con un verdadero control sobre la situación nacional.
En cuanto al tema de las bandas, no existe una salida sencilla o elegante para las mismas, permitir que sigan operando de la manera en que lo hacen o incluso llegar a una negociación que las desarticule como se trato de hacer en Colombia con la FARC [12], sería experimentar nuevamente el fracaso de las medidas de estabilización que mencionamos por lo que deben de ser apresados y juzgados por crímenes de lesa humanidad.
Por último, pero no menos importante, mucha gente habla de intervención, pero la razón por la que traigo a colación el tema del terremoto del 2010 fue porque se generó cooperación de parte de toda la comunidad internacional y claramente de la Rep. Dom. El error de donde debemos aprender es que la administración de las donaciones tiene que contar con el apoyo de líderes locales que se empoderen de esta oportunidad de cambio que daría una supervisión directa de la comunidad internacional de manera constante. No que se apoyen en fundaciones de otros países con intereses políticos, sino que parta de quienes realmente si les duele Haití y eso son sus jóvenes, los que han tenido que irse por las razones expuestas con anterioridad.
Solo de esta manera pudiéramos ver un Estado Haitiano moderno, sin rencores, creciendo a la par de sus hermanos caribeños sin guardar distancia ni envidia de otros. Pero sobre todas las cosas, un país dispuesto a perdonarse a sí mismo para construir los puentes de la unidad que tanto necesitan para generar democracia y que de una vez por todas la primera nación negra independiente deje de ser dependiente.
Esto que menciono no es algo que se dará de la noche a la mañana, pero mientras más rápido comencemos menos tiempo tomará y de esta manera cuando hablemos de los próximos diez años de Haití no pensemos que fue otra década perdida.
César V. Polanco Reynoso
[1]https://hoy.com.do/luis-abinader-en-onu-no-hay-ni-habra-jamas-una-solucion-dominicana- a-crisis-haiti/
[2] https://datos.bancomundial.org/indicator/SP.POP.TOTL?locations=HT
[3] Santoni Gabriela, Global, Volumen 7, No. 34, mayo-junio 2010, Pg. 46.
[4] Haití «necesita US$11.500 millones» tras el terremoto – BBC News Mundo
[5] https://www.nytimes.com/2016/03/15/us/politics/hillary-clinton-haiti.html?_r=1
[6]Bill Clinton habla de la fallida recuperación tras el terremoto de 2010 en Haití | El Nuevo Herald

[7] https://peacekeeping.un.org/es/mission/minustah
[8] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-41624098
[9]https://elpais.com/internacional/2021-10-29/las-bandas-en-haiti-ahora-quieren-poder- estamos-asistiendo-a-la-creacion-de-un-monstruo.html
[10] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-58913489
[11] Las medidas tomadas por el Gobierno para limitar la inmigración haitiana
(diariolibre.com)
[12] Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

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